Para completar estas nociones, agregamos que Prakriti, aunque es necesariamente una en su “indistinción”, contiene en sí misma una triplicidad que, al actualizarse bajo la influencia “ordenadora” de Purusha, da nacimiento a sus múltiples determinaciones. En efecto, posee tres gunas o cualidades constitutivas, que están en perfecto equilibrio en su indiferenciación primordial; toda manifestación o modificación de la substancia representa una ruptura de este equilibrio, y los seres, en sus diferentes estados de manifestación, participan de los tres gunas a grados diversos y, por así decir, según proporciones indefinidamente variadas. Estos gunas no son pues estados, sino condiciones de la Existencia universal, a las que están sometidos todos los seres manifestados, y que es menester tener cuidado de distinguir de las condiciones especiales que determinan y definen tal o cual estado o modo de la manifestación. Los tres gunas son: sattwa, la conformidad a la esencia pura del Ser (Sat), que se identifica a la Luz inteligible o al Conocimiento, y que se representa como una tendencia ascendente; rajas, la impulsión expansiva, según la cual el ser se desarrolla en un cierto estado y, en cierto modo, a un nivel determinado de la existencia; y finalmente, tamas, la obscuridad, asimilado a la ignorancia, y representado como una tendencia descendente. Nos limitaremos aquí a estas definiciones, que habíamos indicado ya en otra parte; no es éste el lugar de exponer más completamente estas consideraciones, que están un poco fuera de nuestro tema, ni de hablar de las aplicaciones diversas a las que dan lugar, concretamente en lo que concierne a la teoría cosmológica de los elementos; estos desarrollos encontraran mejor su lugar en otros estudios. 86 HDV IV
El término Chit debe entenderse, no como se entendía precedentemente su derivado chitta, en el sentido restringido del pensamiento individual y formal (puesto que esta determinación restrictiva, que implica una modificación por reflexión, está marcada en el derivado por el sufijo kta, que es la terminación del participio pasivo), sino más bien en el sentido universal, como la Consciencia total del “Sí mismo” considerada en su relación con su único objeto, el cual es Ânanda o la Beatitud (El estado de sueño profundo ha sido calificado de “inconsciente” por algunos orientalistas, que parecen tentados incluso de identificarle con el “inconsciente” de algunos filósofos alemanes tales como Hartmann; este error viene sin duda de que no pueden concebir una consciencia que no sea la individual y “psicológica”, pero por eso no nos parece menos inexplicable, ya que no vemos cómo, con una semejante interpretación, pueden comprender términos tales como Chitt, Prajnâna y Prâjna.). Este objeto, aunque constituye entonces de alguna manera la envoltura del “Sí mismo” (ânandamaya-kosha), así como lo hemos explicado más atrás, es idéntico al sujeto mismo, que es Sat o el Ser puro, y no es verdaderamente distinto de él, puesto que no puede serlo en efecto ahí donde ya no hay ninguna distinción real (Los términos de “sujeto” y de “objeto”, en el sentido en que los empleamos aquí, no pueden prestarse a equívoco alguno: el sujeto es “el que conoce”, el objeto “lo que es conocido”, y su relación es el conocimiento mismo. No obstante, en la filosofía moderna, la significación de estos términos, y sobre todo la de sus derivados “subjetivo” y “objetivo”, ha variado a tal punto que han recibido acepciones casi diametralmente opuestas, y algunos filósofos los han tomado indistintamente en sentidos muy diferentes; su empleo presenta así con frecuencia graves inconvenientes bajo el punto de vista de la claridad, y, en muchos casos, es preferible abstenerse de ellos tanto como sea posible. ). Así estos tres, Sat, Chit y Ânanda (generalmente reunidos en Sachchidânanda) (NA: En árabe, se tiene, como equivalente de estos tres términos, la Inteligencia (El-Aqlu), el Inteligente (El-Aqil) y lo Inteligible (El-Maqûl): la primera es la Consciencia universal (Chit), el segundo es su sujeto (Sat), y el tercero es su objeto (Ânanda), y estos tres no son más que uno en el Ser “que Se conoce a Sí mismo por Sí mismo”.), no son absolutamente más que un único y mismo ser, y este “uno” es Âtmâ, considerado fuera y más allá de todas las condiciones particulares que determinan cada uno de sus diversos estados de manifestación. 224 HDV XIV