Pero lo más notable es que el nombre mismo de la letra qâf es también, en la tradición árabe, el de la Montaña sagrada o polar (Algunos quieren identificar la montaña de Qâf con el Cáucaso (Qâfqâsîyah); si esta asimilación debiera tomarse literalmente, en el sentido geográfico actual, sería ciertamente errónea, pues no se compadecería en modo alguno con lo que se dice de la Montaña sagrada, que no se la puede alcanzar “ni por tierra ni por mar” (lâ bi-l-barr wa-lâ bi-l-bahr); pero ha de hacerse notar que el nombre de “Cáucaso” se aplicó antiguamente a diversas montañas situadas en muy diferentes regiones, lo que da a pensar que bien puede haber sido originariamente una de las designaciones de la Montaña sagrada, de la cual los otros Cáucasos serían solamente entonces otras tantas “localizaciones” secundarias); la pirámide, que es esencialmente una imagen de ésta, lleva, pues, así, por la letra o por el hacha que la sustituye, su propia designación de tal, como para no dejar subsistir duda alguna sobre la significación que conviene reconocerle tradicionalmente. Además, si el SÍMBOLO DE LA MONTAÑA o de la pirámide está referido al “Eje del Mundo”, su vértice, donde se sitúa dicha letra, se identifica más especialmente con el Polo mismo; pero qâf equivale numéricamente a maqâm (Qâf=100+1+80=181; maqâm=40+100+1+40=181. En hebreo, la misma equivalencia numérica existe entre qôph y maqôm; estas palabras, por lo demás, no difieren de sus correspondientes árabes sino por la sustitución de álif con vav, de lo cual existen muchos otros ejemplos (nâr y nûr, ‘àlam y ‘ôlam, etc); el total es entonces 186), lo que designa a ese punto como el “Lugar” por excelencia, es decir, el único punto que permanece fijo e invariable en todas las revoluciones del mundo. SFCS: UN JEROGLIFICO DEL POLO
Después de todas las consideraciones anteriormente expuestas sobre los diversos aspectos del simbolismo de la caverna, nos falta aún tratar otro punto importante: las relaciones de ese símbolo con el “Huevo del Mundo”; pero, para que esto pueda ser bien comprendido y vinculado más directamente con lo que hasta el momento hemos dicho, debemos hablar primero de las relaciones simbólicas del “Huevo del Mundo” con el corazón. Acaso, a primera vista, pueda uno asombrarse de ello y no discernir sino cierta similitud de forma entre el corazón y el huevo; pero esta similitud misma no puede tener verdadera significación a menos que existan relaciones más profundas; ahora bien: el hecho de que el Ômphalos y el betilo, incontestablemente símbolos del centro, tengan a menudo forma ovoide, como era el caso, en particular, del Ômphalos délfico (Hemos examinado más especialmente estos símbolos en Le Roi du Monde, donde señalábamos también que, en otros casos, revisten forma cónica, en relación directa con el SÍMBOLO DE LA MONTAÑA, de modo que también aquí se encuentran las dos figuraciones complementarias de que hablábamos anteriormente), muestra a las claras que ha de ser así, y esto es lo que debemos explicar ahora. SFCS: EL CORAZON Y “EL HUEVO DEL MUNDO”