LINGUAGEM — LÍNGUA
VIDE: Dom das Línguas; Homem; Coração; Mãos; Língua Angélica
La lengua
Excertos de Pierre Mourlon Beernaert, “El hombre en el lenguaje bíblico — Corazón, lengua y manos en la biblia”
Si la palabra corazón se imponía en el primer nivel, este segundo nivel puede definirse por varios términos, la lengua desde luego, pero también la boca y los labios Pero parece ser que hay que destacar la palabra lengua, ya que evoca todo el «lenguaje».
LA PALABRA DEL HOMBRE
-lashôn, en hebreo. — glôssa, en griego
La boca es el órgano por el que se come y con el que se dan besos Pero la boca se abre ante todo y sobre todo para hablar. El empleo de esta palabra en la biblia subraya el carácter profético de las palabras pronunciadas. Por eso el Señor abre la boca de la burra de Balaán para un extraño diálogo Nm 22, 28, los profetas abren la boca para pronunciar los oráculos del Señor. En el Nuevo Testamento se dice esto expresamente de Jesus en el momento de pronunciar el sermón de la montaña Mt 5, 2, y en los Hechos se dice también de Felipe Hch 8, 35, de Pedro 10, 34 y de Pablo 18, 14, cuando proclaman la buena nueva; también se le pega a Pablo en la boca, cuando comparece ante el sanedrín Hch 23, 2. Recojamos algunas expresiones características
Mediante la lengua, el hombre conversa con los demás Pero el hombre puede transmitir o bien ocultar las intenciones secretas de su corazón Puede decir lo que piensa o expresar lo contrario de lo que tiene en el corazón. Por tanto, es posible la doblez.
Se comprende entonces por qué los libros sapienciales consideraron la lengua como la causa de numerosos pecados La biblia habla continuamente del buen y del mal uso de la lengua; este viejo tema de la literatura universal encuentra un eco característico en los sabios de Israel: Prov 18, 20-21; Prov 10, 31-32;
¡Qué lista tan larga podría hacerse con los pecados de la lengua!
La biblia ce complace en describir la lengua como un arma afilada cual una navaja (Sal 52, 4), que corta sin piedad (Sal 57, 6; 64, 4). La compara con un puñal fSal 55, 22), con un látigo (Job 5, 21; Eclo 28, 17), o con un arco que se tensa (Jr 9, 21); es una flecha asesina (Jr 9, 7, Eclo 19, 12). Y el libro de Ben Sira plantea esta cuestión: «¿Quién no ha pecado con la lengua?» (Eclo 19, 16) Ante ios incalculables destrozos que puede producir ía lengua del hombre, es preciso estar atento continuamente, dominando la lengua o, como se dice familiarmente, «mordiéndose siete veces la lengua antes de hablar». Baste recordar el capítulo 3 de la carta de Santiago: «Contra la intemperancia en el hablar» (título de la Biblia de Jerusalén).
Si la lengua es el órgano activo que sirve para pronunciar las palabras y comunicar con los demás, los labios y la boca esperan que se les abra para expresar el fondo del corazón, para revelar sus designios, pero con contradicciones siempre posibles (Sal 141, 3):