— Philokalia
Alguns dos perenialistas tiveram um reconhecimento especial pela tradição ortodoxa cristã, fazendo várias referências em suas obras. Algumas destas referência podem ser estudadas aqui.
René Guénon
Cartas
-*Sin duda hay verdad en lo que decís con respecto a Santo Tomás; estaría totalmente de acuerdo con M. Préau, que llega incluso hasta a considerar a Aristóteles y Santo Tomás como los primeros responsables del racionalismo moderno… lo que es quizás incluso un poco exagerado. Desde el momento que ellos afirman la existencia del intelecto puro, no se puede hablar de racionalismo en lo que les concierne; pero prácticamente, apenas sacan consecuencias de esta afirmación de principio, y su método exclusivamente dialéctico ha podido servir después a los racionalistas (bien que éstos, comenzando por Descartes, se hayan siempre mostrado hostiles a Aristóteles y a la escolástica). No pienso sin embargo que eso deba impedir “utilizarlos”, sobre todo a causa de su gran influencia en el mundo occidental, para indicar similitudes en la medida que sus doctrinas están al menos de acuerdo con las ideas tradicionales, aun mostrando también sus limitaciones en cuanto haya lugar, y en suma es así como he actuado siempre. Lo que no es dudoso, es que el Catolicismo habría tenido una orientación intelectual muy diferente si la influencia platónica hubiera continuado ejerciéndose como antes de Santo Tomás, en lugar de ser reemplazado por la influencia aristotélica; este cambio ha tenido, entre otras fatales consecuencias, la de hacer desdeñar el estudio de los Padres de la Iglesia, y sobre todo de los Padres griegos, que son ciertamente los más interesantes desde el punto de vista doctrinal. Entiéndase bien, nada semejante se ha producido en la Iglesia oriental, y sin duda por ello su teología, hasta nuestra época misma, da la impresión de ser mucho más comprehensiva y no haberse encerrado nunca en límites tan estrechos. (Carta a Fernando Guedes Galvão)
ESOTERISMO CRISTÃO
-*Se puede comprender fácilmente, por lo que acabamos de decir en último lugar, lo que fueron realmente aquellos que, en la Edad Media, dejaron escritos de inspiración manifiestamente iniciática y que hoy se comete comúnmente el error de tomar por «místicos» porque no se conoce nada más, pero que fueron ciertamente algo completamente diferente. No hay por qué suponer para nada que se haya tratado de casos de iniciación «espontánea», o de casos de excepción en los cuales una iniciación virtual que hubiese permanecido vinculada a los sacramentos hubiera podido devenir efectiva, mientras existían todas las posibilidades de una adhesión normal a alguna de las organizaciones iniciáticas regulares que existían en esa época, a menudo bajo la fachada de órdenes religiosas y en su interior, aunque no se confundían en ninguna forma con ellas. No podemos extendernos más para no alargar indefinidamente esta exposición, pero haremos hincapié en que es precisamente cuando esas iniciaciones dejaron de existir, o al menos de ser suficientemente accesibles para ofrecer aún realmente esas posibilidades de adhesión, cuando el misticismo propiamente dicho tuvo nacimiento, de manera que las dos cosas aparecen estrechamente ligadas.1 Lo que decimos aquí no se aplica, por lo demás, más que a la Iglesia latina, y lo que es muy remarcable también es que en las Iglesias de Oriente no ha existido nunca misticismo en el sentido en que se entiende en el Cristianismo occidental desde el siglo XVI, este hecho puede hacernos pensar que una cierta iniciación del género de las que hacíamos alusión, ha debido mantenerse en esas Iglesias y, efectivamente, eso es lo que ocurre con el hesicasmo, cuyo carácter realmente iniciático no parece dudoso si, allí como en otros casos, ha sido más o menos disminuido en el curso de los tiempos modernos por una consecuencia natural de las condiciones generales de esta época, a las que apenas pueden escapar las iniciaciones que están extremadamente poco difundidas, que lo hayan sido o que hayan decidido voluntariamente «cerrarse» más que nunca para evitar toda degeneración. En el hesicasmo, la iniciación propiamente dicha está esencialmente constituida por la transmisión regular de ciertas fórmulas exactamente comparables a la comunicación de los mantras en la tradicional hindú y a la del wird en los turuq islámicos; existe también toda una «técnica» de la invocación como medio propio de trabajo interior,2 medio bien distinto de los ritos cristianos exotéricos, aunque este trabajo no puede menos que encontrar también un punto de apoyo en estos como lo hemos explicado, puesto que, con las fórmulas requeridas, la influencia a la cual sirven de vehículo ha sido transmitida válidamente, lo que implica naturalmente la existencia de una cadena iniciática ininterrumpida, dado que no se puede transmitir evidentemente más que lo que se ha recibido.3 Esta es una cuestión que no podemos más que indicar aquí muy sumariamente, pero del hecho de que el hesicasmo está aún vivo en nuestros días, nos parece que sería posible encontrar por ese lado ciertas aclaraciones sobre lo que han podido ser los caracteres y los métodos de otras iniciaciones cristianas que desgraciadamente pertenecen al pasado. ESOTERISMO CRISTIANO CRISTIANISMO E INICIACIÓN
VEJA TAMBÉM: SCHUON; COOMARASWAMY; BENOIST
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No queremos decir que ciertas formas de iniciación cristiana no se hayan continuado más tarde, puesto que tenemos razones para pensar que subsiste aun algo actualmente, pero esto en medios tan restringidos que, de hecho, se les puede considerar como prácticamente inaccesibles, o bien, como vamos a ver en ramas del Cristianismo distintas de la Iglesia latina. ↩
Una puntualización interesante a este propósito es que esta invocación es designada en griego por el término mnémé «memoria» o «recuerdo» que es exactamente el equivalente al árabe dhikr. ↩
Es de resaltar que entre los intérpretes modernos del hesicasmo, hay muchos que se esfuerzan en «minimizar» la importancia de su parte propiamente «técnica» sea porque esto responde realmente a sus tendencias, sea porque piensan desembarazarse así de ciertas críticas que proceden de un desconocimiento completo de las cosas iniciáticas; ello es en todos los casos, un ejemplo de estas disminuciones de las que hablábamos hace poco. ↩