Termos Sânscritos — TAPAS
René Guénon: ASCESE
El término de «ascesis», tal y como lo entendemos aquí, es el que, en las lenguas occidentales, corresponde más exactamente al sánscrito tapas; es verdad que éste contiene una idea que no es directamente expresada por el otro, pero esa idea por eso no entra menos estrictamente en la noción que uno puede hacerse de la ascesis. El sentido primero de tapas es en efecto el de «calor»; en el caso de que se trata, ese calor es evidentemente el de un fuego interior1 que debe quemar lo que los kabbalistas llamarían las «cortezas», es decir, en suma destruir todo lo que, en el ser, constituye un obstáculo a una realización espiritual; así pues, eso es algo que caracteriza, de la manera más general, a todo método preparatorio a esta realización, método que, bajo este punto de vista puede considerarse como constituyendo una «purificación» previa a la obtención de todo estado espiritual efectivo2.
Si tapas toma frecuentemente el sentido de esfuerzo penoso o doloroso, ello no quiere decir que se atribuya un valor o una importancia especial al sufrimiento como tal, ni que éste se considere aquí como algo más que un «accidente»; sino que, por la naturaleza misma de las cosas, el desapego de las contingencias es siempre forzosamente penoso para el individuo, cuya existencia misma pertenece también al orden contingente. En eso no hay nada que sea asimilable a una «expiación» o a una «penitencia», ideas que, al contrario, juegan un gran papel en el ascetismo entendido en el sentido vulgar, y que tienen sin duda su razón de ser en un cierto aspecto del punto de vista religioso, pero que, manifiestamente, no podrían encontrar ningún lugar en el dominio iniciático, ni por lo demás en las tradiciones que no están revestidas de una forma religiosa3.
NOTAS:
La relación de este fuego interior con el «azufre» de los hermetistas, que se concibe igualmente como un principio de naturaleza ígnea, es muy evidente como para que sea necesario hacer otra cosa que indicarlo de pasada (Ver LA GRAN TRÍADA, cap. XII). ↩
Se podrá aproximar esto a lo que hemos dicho sobre el sujeto de la verdadera naturaleza de las pruebas iniciáticas (Ver APERCEPCIONES SOBRE LA INICIACIÓN, cap. XXV). ↩
En las traducciones de los orientalistas, se encuentran frecuentemente las palabras «penitencia» y «penitente», que no se aplican en modo alguno a aquello de lo que se trata en realidad, mientras que los de «ascesis» y de «asceta» convendrían al contrario perfectamente en la mayoría de los casos. ↩