Vaishyas

CASTAS — VAISHYAS

René Guénon: MISTÉRIOS MAIORES E MISTÉRIOS MENORES

Acabamos de hablar sólo de los brâhmanes y de los kshatriyas, pero es menester no olvidar que los vaishyas pueden estar cualificados también para la iniciación; de hecho, encontramos por todas partes, como estándoles destinadas especialmente, las formas iniciáticas basadas en el ejercicio de los oficios, sobre las cuales no tenemos la intención de volver de nuevo largamente, puesto que ya nos hemos explicado suficientemente en otra parte sobre su principio y su razón de ser1, y puesto que, por lo demás, hemos debido volver a hablar aquí de ellas en diversas ocasiones, dado que es precisamente a tales formas a las que se vincula todo lo que subsiste de organizaciones iniciáticas en occidente. Para los vaishyas, con mayor razón todavía que para los kshatriyas, el dominio iniciático que les conviene propiamente es el de los «misterios menores»; por lo demás, esta comunidad de dominio, si se puede decir, ha conducido frecuentemente a contactos entre las formas de iniciación destinadas a los unos y a los otros2, y, por consiguiente, a relaciones bastante estrechas entre las organizaciones por las que estas formas son practicadas respectivamente3. Es evidente que, más allá del estado humano, las diferencias individuales sobre las que se apoyan esencialmente las iniciaciones de oficio, desaparecen enteramente y ya no podrían desempeñar ningún papel; desde que el ser ha llegado al «estado primordial», las diferencias que dan nacimiento a las diversas funciones «especializadas» ya no existen, aunque todas estas funciones tengan igualmente su fuente en él, o más bien por eso mismo; y, efectivamente, es a esta fuente común a donde se trata de remontar, al ir hasta el término de los «misterios menores», para poseer en su plenitud todo lo que está implicado por el ejercicio de una función cualquiera.

Frithjof Schuon: SENTIDO DAS CASTAS

Para el vaishya — el comerciante, el campesino, el artesano, esto es, el hombre cuya actividad está directamente vinculada a los valores materiales, no de hecho y por accidente, sino en virtud de su naturaleza íntima — para el vaishya, lo «real» es la riqueza, la seguridad, la prosperidad y el «bienestar»; los demás valores son secundarios para su vida instintiva, no «cree» en ellas en su fuero interno; su imaginación alcanza su pleno desarrollo en el plano de la estabilidad económica, de la perfección material del trabajo y el rendimiento, lo cual, transpuesto en el plano religioso, será la perspectiva exclusiva de la acumulación de méritos con miras a la seguridad póstuma. Esta mentalidad presenta una analogía exterior con la de los brâhmanes a causa de su carácter estático y pacífico; pero se aleja de la mentalidad del brâhman y el kshatriya por una cierta «pequeñez» de la inteligencia y la voluntad4; el vaishya es hábil, además tiene buen sentido, pero carece de cualidades específicamente intelectuales y también de virtudes caballerescas, de idealismo en un sentido superior. Queremos señalar que no hablamos aquí de «clases», sino de «castas», o más precisamente de «castas naturales», puesto que las instituciones como tales, si bien describen la naturaleza, nunca están, sin embargo, completamente a cubierto de las imperfecciones y vicisitudes de toda manifestación. No se pertenece a determinada casta natural porque se ejerza determinada profesión o se tengan determinados padres, sino que — en condiciones normales cuando menos — se ejerce determinada profesión porque se es de determinada casta, y ésta es ampliamente — pero no absolutamente — garantizada por la herencia; esta garantía es suficiente al menos para hacer posible el sistema hindú. Éste nunca pudo excluir las excepciones, que como tales «confirman la regla»; el hecho de que las excepciones son incluso de lo más numerosas posible en nuestra época de superpoblación y de «realización de los imposibles» no puede, en cualquier caso, invalidar el principio de la jerarquía hereditaria.


NOTAS:


  1. Ver EL REINO DE LA CANTIDAD Y LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS, cap. VIII. 

  2. En occidente, es en la Caballería donde se encontraban, en la edad media, las formas de iniciación propias de los kshatriyas, o a lo que debe ser considerado como el equivalente más exacto posible de éstos. 

  3. Es lo que explica, para limitarnos a dar aquí un solo ejemplo característico, que una expresión como la de «arte real» haya podido ser empleada y conservada hasta nuestros días por una organización como la Masonería, ligada por sus orígenes al ejercicio de un oficio. 

  4. En el siglo XIX, los burgueses laicos habían de realizar a su vez, por razones de equilibrio, las cualidades de las clases eliminadas; no hablamos aquí del hecho de pertenecer a la burguesía, que carece de importancia, sino del «espíritu burgués», lo cual es completamente distinto. El cientificismo de los siglos XIX y XX, ciertamente, no prueba que la «humanidad» ha hecho «progresos», sino que la «intelectualidad» del hombre del tipo «mercantil» no se eleva muy por encima de los hechos brutos; la ilusión corriente de poder alcanzar las realidades metafísicas a fuerza de descubrimientos científicos es completamente característica de esa pesadez de espíritu y no hace sino probar que, «con el advenimiento de los vaishyas, sobreviene la noche intelectual» (Guénon). Por lo demás, «la civilización», con artículo determinado y sin epíteto, es algo típicamente vaishya, lo que explica por una parte el odio corriente por todo cuanto es considerado «fanatismo» y, por otra parte, un elemento de cursilería mortal que forma parte del sistema opresivo de dicha civilización. 

Índia e China