Sólo cuando uno combina tanzîh y tashbîh en su actitud puede ser considerado como «verdadero conocedor» (arif) de lo Absoluto. No obstante, Ibn Arabi pone una condición a esta afirmación, a saber, que uno no debe intentar realizar esta combinación sino de manera general y no específica, ya que es imposible hacerlo de otro modo. Así, pues, incluso el «verdadero conocedor» conoce lo Absoluto sólo de manera general e ignora totalmente los detalles concretos de éste. Esto resulta fácilmente comprensible si se reflexiona sobre el modo en que el hombre se conoce a sí mismo. Incluso cuando posee autoconocimiento, se conoce a sí mismo sólo en general; le resulta imposible tener un conocimiento total de sí mismo que abarque todos los detalles sin excluir nada en absoluto. Del mismo modo, nadie puede tener un conocimiento verdaderamente global de todos los detalles concretos del mundo, cuando precisamente en todas esas formas se realiza la manifestación de lo Absoluto. Así, pues, el tashbîh debe necesariamente tomar una forma amplia y general; nunca puede producirse de manera concreta y específica.
En cuanto al hecho de que lo Absoluto se manifieste en todo, es decir todo lo que existe fuera y dentro de nosotros, Ibn Arabi cita un versículo coránico y añade la siguiente observación:
El resultado de todo esto es la idea ya mencionada, a saber, que el único camino correcto a seguir en esta cuestión es el de combinar tanzîh y tashbîh. Recurrir exclusivamente al tashbîh en la concepción de lo Absoluto es caer en el politeísmo; pero afirmar el tanzîh negando el tashbîh es separar lo divino del mundo creado. La actitud correcta consiste en admitir que «tú no eres El (es decir: el mundo de los fenómenos es diferente de lo Absoluto); o, dicho de otro modo, eres El y Lo ves en las cosas con existencia concreta, absolutamente indeterminado y, sin embargo determinado». Y una vez que uno ha alcanzado ese conocimiento intuitivo supremo, tiene completa libertad para tomar tanto la postura de la «unificación» (yam, literalmente, «reunión») como la de «dispersión» (farq, literalmente, «separación»). Acerca de los términos yam y farq, al-Qashani señala:
La distinción entre «unificación» y «dispersión» así explicada por al-Qashani es importante ya que toca uno de los puntos cardinales de la ontología de Ibn Arabi. Como ya sabemos, la distinción se expresa con más frecuencia con las palabras tanzîh y tashbîh.