Si podemos hablar del Buddha como un reformador, es sólo en el sentido estrictamente etimológico de la palabra: El Buddha no descendió del cielo para establecer un nuevo orden, sino para restaurar una forma más antigua1 . Aunque su enseñanza es «justa e infalible»2 , esto se debe a que él ha penetrado completamente la Lei Eterna (akalika dharma)3 y verificado personalmente todas las cosas en el cielo o en la tierra4 ; el Buddha describe como una vil herejía la opinión de que está enseñando una «filosofía suya propia», pensada por sí mismo5 . Ningún verdadero filósofo ha venido nunca a destruir, sino sólo a cumplir la Ley. «He visto», dice el Buddha, «la antigua Vía, la Vieja Senda que tomaron los primeros Omni-Despertados, y esa es la senda que sigo»6 ; y puesto que en otras partes alaba a los brahmanes de antaño que recordaron la antigua Vía que conduce al Brahman7 , no puede haber ninguna duda de que el Buddha está aludiendo a la «antigua senda estrecha que se extiende distante, por donde los contemplativos, conocedores del Brahman, ascienden, liberados» (vimuktah), que se menciona en versos que ya eran antiguos cuando Yajnavalkya los cita en la más antigua Upanishad8 .
NOTAS
Se sigue que lo mismo se aplica al Buddha, que se identifica a sí mismo con el Dhamma. Cf. Epistle to Diognetus V.2.
En vista de la impresión vigente de que el Buddha vino a destruir, y no a cumplir una Ley más antigua, hemos insistido a todo lo largo del presente estudio en la continuidad ininterrumpida de la doctrina brahmánica y budista (por ejemplo Nota 353). En verdad, la doctrina budista es original (yoniso manasikaro), pero no es ciertamente nueva.