Podemos ahora comparar todo lo anterior con una parte del relato que describe el matrimonio de Surya ( X, 85, 28-30 ). Aquí, justo antes de sus verdaderas bodas, Surya es llamada Krityâ1 , y sólo cuando esta naturaleza krityâ, semejante a un vestido ceñido ( âsakti ), es quitada, ella se acerca a su marido: “Krityâ, que se adhería estrechamente, es retirada ( vyajyatê )… esta Krityâ ha obtenido pies, y es como mujer que conoce a su marido”2 . La continuación del texto describe el aspecto nefasto del Sol cuando se ha unido ab intra con esta misma Krityâ: “Su forma decae ( ashîrâ ) cuando ella brilla ( rushatî ) en este mal ( pâpayâ amuyâ, como en X, 135, 2, en relación con la vía maléfica de Yama ), cada vez que el esposo envuelve su cuerpo con el vestido de su mujer”, que es, obviamente, la “ropa de la Noche” ( I, 115, 4 ). Se halla una alusión análoga en I, 105, 2, cuando Trita3 se queja de que “la mujer abrace a su esposo” ( â jâyâ yuvatê patim ); de hecho, solamente “cuando los padres, que cohabitan en la oscuridad, son separados, es cuando ellos crean al Niño” ( I, 140, 3 ); “Por la separación de lo que era antes ( los principios unidos ), lo que viene después ( el Sol ) aparece” ( X, 27, 23 ); cuando el sacrificador realiza una ofrenda de Soma, el potente Cielo Padre se libra de la opresión ( I, 71, 6 ). Esta separación del Cielo y de la Tierra, efectuada por el sacrificio, es el acto esencial de la creación ( Rg Veda Samhita, passim, y VII, 80, 1 ), pues se produce así el “espacio” ( antariksha ) en el cual los “principios ardientes” podrán hallar refugio, y extenderse como en una tierra prometida4 .
Si bien el esposo es oscuro cuando lleva el vestido de su mujer —de hecho, una piel de serpiente-, ella misma también se torna resplandeciente cuando tira su ropa oscura ( I, 113, 4 ); brilla entonces, radiante, con ropas de luz ( shukravâsah, I, 113, 7 )5 . “Ella se eleva y descubre los confines del Cielo6 , se aleja de su hermana… resplandece en el ojo luminoso de su seductor” ( jârasya cakshasâ vi bhâti, I, 92, 11, cf. X, 189, 2 ). Se trata en efecto de su matrimonio cuando ella se viste de Sol, cuando “el Sol levante, estrella resplandeciente, lanza sus rayos en compañía de los suyos; y después, oh Aurora, que podamos nosotros participar en tu fulgor y en el del Sol” ( VII, 81, 2, cf. VIII, 9, 18 ). Y también de su muerte, pues “cuando él sopla, ella expira” ( asya prânâd apânatî, X, 189, 2, himno de la “Reina Serpiente” Sarparâjnî ).
NOTAS