Coomaraswamy (Delfos) – Introdução

Los procedimientos esenciales de los ritos iniciatorios, por los cuales se efectúan la muerte de un hombre viejo y el renacimiento de un hombre nuevo, y las condiciones de acceso a penetralia, son similares por todo el mundo. Firmicus Maternus, De errore profanarum religionum (cap. XVIII), tratando de estos temas1 nos recuerda que hay respuestas correctas a las preguntas correctas (habent enim propria signa propria responsa), y que la respuesta correcta (proprium responsum) la da el iniciando (homo moriturus) precisamente como la prueba de su derecho a ser admitido (ut possit admitti). Un ejemplo típico de un tal signum y de las respuestas errónea y correcta puede citarse en la Jaiminiya Upanishad Brahmana, III.14.1-5. Cuando el decedido alcanza la Puerta del Sol se hace la pregunta, «¿Quién eres tú?». Si responde por su nombre propio o por un apellido es arrebatado por los factores del tiempo. Él debería responder, «Quien yo soy (es) la Luz que tú (eres) (ko’ham asmi suvas tvam). Como tal he venido a ti, la Luz celestial». Él (Prajapati, el Sol) replica, «Quien tú eres, eso mismo soy yo; quien yo soy, eso mismo eres tú. Entra». De los numerosos paralelos que podrían citarse, quizás el más notable es el mito de Rumi del hombre que llamó a la puerta de su amigo y fue preguntado «¿Quién eres tú?». El respondió «yo». «Vete», dijo su amigo. Después de un ano de separación y de tribulación vino y llamó de nuevo, y a la misma pregunta respondió «Este tú está a la puerta», y recibió la réplica, «Puesto que tú eres yo, entra, oh mí mismo»3 .

No puede caber duda de que la entrada al templo de Apolo en Delfos era literalmente una Puerta del Sol, una vía adentro de la casa o Templo del Sol. La sobreinscripción, «Conócete a ti mismo» (gnothi seauton) requiere un conocimiento de la respuesta a la pregunta, «¿Quién eres tú?»4 y puede decirse que, en el lenguaje velado de los misterios, hace esta misma pregunta. Este mandato, como dice Plutarco, es dirigido por el Dios a todos los que se acercan a Él; y toma la famosa «E» como su respuesta correcta. Ahora si, como también él sugiere, la «E» significa «EI», y si tomamos de sus diferentes interpretaciones los significados (1°) el Sol (Apolo) y (2°) «tú eres», y asumimos que estos dos significados están contenidos ambos en esta única sílaba enigmática, entonces tenemos el signum, «¿Quién eres tú (que estás a la puerta)?» y el responsum, «El Sol que tú eres (soy yo)». Es cierto que ninguna otra respuesta verdadera podría haber sido dada por alguien «cualificado para entrar en unión con el Sol»6 .

[AKCMeta]

NOTAS

1 Para Firmicus Maternus, ver G. van der Leeuw, «The SYMBOLA in Firmicus Maternus», en Egyptian Religion, I (1933).
3 Mathnawi I.3056-3065; cf. el Cantar de los Cantares I:8, «Si ignoras te, egredere».
4 Que la inscripción hace en efecto esta pregunta es explícito en Jenofonte, Memorabilia IV.2.24, donde Sócrates pregunta a Eutidemo, «¿Acaso has prestado atención, e intentado considerar quién eras?» (ostis eies).

Ananda Coomaraswamy