Ananda Coomaraswamy — ARTIGOS SELETOS DE METAFÍSICA
A experiência e sua necessária purificação
El sí mismo anímico o sentimental se regocija en las superficies estéticas de las cosas naturales o artificiales, que le son afines; el sí mismo intelectual o espiritual se regocija en el orden de estas cosas, y se alimenta por lo que en ellas le es afín. El espíritu es una entidad descontenta mucho más que una entidad sensitiva; lo que el espíritu saborea, no son las cualidades físicas de las cosas, sino lo que se llama su olor o su sabor, por ejemplo «la pintura que no está en los colores», o «la música que no se escucha», es decir, no una figura sensible sino una forma inteligible. El «contento del corazón» de Platón es lo mismo que esa «beatitud intelectual» que la retórica india ve en la «saboreación del sabor» de una obra de arte, una experiencia inmediata, y congenérica de la saboreación de Dios1.
Esto no es en modo alguno una experiencia estética o psicológica, sino que implica lo que Platón y Aristóteles llaman una katharsis, y una «derrota de las sensaciones de placer» o de dolor2. La katharsis es una purga y una purificación sacrificial «que consiste en una separación, hasta donde ello es posible, entre el alma y el cuerpo»; en otras palabras, la katharsis es un tipo de morir, ese tipo de morir al que se dedica la vida del filósofo3. La katharsis Platónica implica un éxtasis, o un «apartamiento» entre el sí mismo energético, espiritual, e imperturbable, y el sí mismo pasivo, estético, y natural; implica un «ser o estar fuera de uno mismo» que es un ser o estar «en la mente recta de uno» y Sí mismo real, esa «in-sistencia» que Platón tiene en mente cuando «quiere nacer de nuevo en la belleza interior», y llama a esto una plegaria suficiente4.
- Sahitya Darpana III.2-3; cf. Coomaraswamy, The Transformation of Nature in Art, 1934, PP. 48-51.[↩]
- Leyes 840C. Sobre la katharsis, ver Platón, El Sofista 226-227, Fedro 243AB, Fedón 66-67, 82B, República 399E; Aristóteles, Poética VI.2.1499b.[↩]
- Fedón 67DE[↩]
- Fedro 279BC; así también Hermes, Lib. XIII.3,4, «Yo he salido de mí mismo», y Chuang-Tzu, cap. 2, «Hoy ME he enterrado a mí mismo». Cf. Coomaraswamy, «Sobre Ser en la Mente Recta de Uno», 1942.[↩]