Coomaraswamy (Meta:notas) – livre moção

«El que ve, piensa y discrimina este Espíritu, cuyo gozo y juego están con el Espíritu, cuya holgura está con el Espíritu (como en Brhadaranyaka Upanishad IV.3.21, «Toda creación es hembra para Dios») y cuya dicha está en el Espíritu, ese deviene autónomo (svaraj), ese deviene un Movedor a voluntad (kamacarin) en todos los mundos; pero los mundos de aquel cuyo conocimiento es de otra manera que este son corruptibles, él no deviene un Movedor a voluntad en ningún mundo» (Chandogya Upanishad VII.25.2). La concepción de la moción a voluntad está desarrollada en muchos textos, desde RG Veda Samhita IX.113.9, «Hazme imperecedero allí donde la moción es a voluntad» (yatranukamam caranam, mam amrtam krdhi), en adelante. El equivalente cristiano puede encontrarse en San Juan 3:8 y 10:9 («Entrará y saldrá, y encontrará pradera», como en Taittiriya Upanishad III.10.5, «Él asciende y desciende en estos mundos, comiendo lo que quiere y asumiendo el aspecto que quiere»).
La Moción a voluntad es una consecuencia necesaria de la filiación o deificación, porque el Espíritu se mueve «como quiere» en virtud de su presencia omni-total y porque «el que está unido al Senor es un único Espíritu» (I Corintios 6:17); toda posesión de «poderes» (rddhi, iddhi, tales como volar por el aire o caminar sobre el agua) son dones del Espíritu y dependientes, en una medida mayor o menor, de una ablatio omnis alteritatis et diversitatis (Nicolás de Cusa). En otras palabras, nuestra libertad y beatitud son tanto menores cuanto más somos todavía «nosotros mismos», un alguien. El «milagro» nunca es una «imposibilidad», sino solo según nuestra manera de pensar: el cumplimiento es siempre la demostración de una posibilidad. No son los opuestos (como «posible» e «imposible»), sino los contrarios —por ejemplo, reposo y moción— que son ambos «posibles», los que se reconcilian in divinis. Las lenguas «primitivas» conservan la impronta de esta polaridad en palabras que pueden significar una u otra de dos cosas contrarias (cf. Freud sobre Abel, Gegensinn der Urwort en Jahrbuch, II 1910, y Betty Heimann, «The Polarity of the Infinite,» Journal of the Indian Society of Oriental Art, V, 1937).
Puede agregarse que debido a la identidad del Espíritu inmanente y transcendente (I Corintios 6:17; «Eso eres tú» de las Upanishads, etc.), nosotros no hacemos ninguna distinción real en el presente artículo entre «mi espíritu» (el «espíritu» que entregamos a la muerte) y «el Espíritu» (el Espíritu Santo), aunque a veces escribamos «espíritu» (con minúscula) con referencia a la esencia inmanente (antaratman) y «Espíritu» (con mayúscula) con referencia a la esencia transcendente (paramatman). En la medida en que puede hacerse una distinción, esta es «lógica pero no real» (secundum rationem, non secundum rem). (AKCMeta)

Ananda Coomaraswamy