René Guénon — O HOMEM E SEU DEVIR SEGUNDO O VEDANTA
VIDE: PERSONALIDADE, JIVATMA, BUDDHI, RAIO, ÁGUA, MUNDOS
PURUSHA INAFETADO PELAS MODIFICAÇÕES INDIVIDUAIS
Según la Bhagavad-Gîtâ, “hay en el mundo dos Purushas, uno destructible y el otro indestructible: el primero está repartido entre todos los seres; el segundo es el inmutable. Pero hay otro Purusha, el más alto ( uttma ), que se llama Paramatma, y que, Señor imperecedero, penetra y sostiene los tres mundos ( la tierra, la atmósfera y el cielo, que representan los tres grados fundamentales entre los cuales se reparten los modos de la manifestación ). Como yo rebaso el destructible e incluso el indestructible ( siendo el Principio Supremo del uno y del otro ), soy celebrado en el mundo y en el Veda bajo el nombre de Purushottama” ( Bhagavad-Gîtâ, XV, 16 a 18. ). Entre los dos primeros Purushas, el “destructible” es jivatma, cuya existencia distinta es en efecto transitoria y contingente como la de la individualidad misma, y el “indestructible” es atman en tanto que personalidad, principio permanente del ser a través de todos sus estados de manifestación (v. duas aves); en cuanto al tercero, como el texto mismo lo declara expresamente, es Paramâtmâ, del cual la personalidad es una determinación primordial, así como lo hemos explicado más atrás. Aunque la personalidad esté realmente más allá del dominio de la multiplicidad, no obstante, en un cierto sentido, se puede hablar de una personalidad para cada ser ( se trata naturalmente del ser total, y no de un estado considerado aisladamente ): por eso es por lo que el Sankhya, cuyo punto de vista no llega a Purushottama, presenta frecuentemente a Purusha como múltiple; pero hay que destacar que, incluso en este caso, su nombre se emplea siempre en singular, para afirmar claramente su unidad esencial. Así pues, el Sankhya no tiene nada de común con un “monadismo” del género del de Leibniz, en el que, por lo demás, es la “substancia individual” lo que se considera como un todo completo, formando una suerte de sistema cerrado, concepción que es incompatible con toda noción de orden verdaderamente metafísico.