Guénon Solve e Coagula

René Guénon — A GRANDE TRÍADA

«SOLVE» Y «COAGULA»
Puesto que acabamos de hacer alusión a la «coagulación» y a la «solución» herméticas, y aunque ya hemos hablado algo de ellas en diversas ocasiones, no será quizás inútil precisar todavía, sobre este punto, algunas nociones que tienen una relación bastante directa con lo que hemos expuesto hasta aquí. En efecto, la fórmula solve y coagula se considera como conteniendo de una cierta manera todo el secreto de la «Gran Obra», en tanto que ésta reproduce el proceso de la manifestación universal, con esas dos fases inversas que hemos indicado hace un momento. El término solve se representa a veces por un signo que muestra el Cielo, y el término coagula por un signo que muestra la Tierra1; es decir, que se asimilan a las acciones de la corriente ascendente y de la corriente descendente de la fuerza cósmica, o en otros términos, a las acciones respectivas del yang y del yin. Toda fuerza de expansión es yang y toda fuerza de contracción es yin; las «condensaciones», que dan nacimiento a los compuestos individuales, proceden pues de las influencias terrestres, y las «disipaciones», que reducen los elementos de estos compuestos a sus principios originales, proceden de las influencias celestes; son, si se quiere, los efectos de las atracciones respectivas del Cielo y de la Tierra; y es así como «los diez mil seres son modificados por yin-yang», desde su aparición en el mundo manifestado hasta su retorno a lo no manifestado.

Por lo demás, es menester prestar atención al hecho de que el orden de los dos términos depende del punto de vista en el que uno se coloque, ya que, en realidad, las dos fases complementarias a las que corresponden son a la vez alternas y simultáneas, y el orden en el que se presenten depende en cierto modo del estado que se tome como punto de partida. Si se parte del estado de no manifestación para pasar a lo manifestado (lo que es el punto de vista que se puede decir propiamente «cosmogónico»)2, es la «condensación» o la «coagulación» la que se presentará naturalmente en primer lugar; la «disipación» o la «solución» vendrá después, como movimiento de retorno hacia lo no manifestado, o al menos hacia lo que, en un nivel cualquiera, corresponde a lo no manifestado en un sentido relativo3. Si al contrario se partiera de un estado dado de manifestación, se debería considerar primero una tendencia que desemboque en la «solución» de lo que se encuentra en ese estado; y entonces una fase ulterior de «coagulación» sería el retorno a otro estado de manifestación; por lo demás, es menester agregar que esta «solución» y «coagulación», en relación al estado antecedente y al estado consecuente respectivamente, pueden ser perfectamente simultáneas en realidad4.

Por otra parte, y esto es todavía más importante, las cosas se representan en sentido inverso según se consideren desde el punto de vista del Principio o al contrario, como acabamos de hacerlo, desde el punto de vista de la manifestación, de tal suerte que, se podría decir, que lo que es yin por un lado es yang por el otro e inversamente, aunque no sea más que por una manera de hablar bastante impropia por lo que se puede referir al Principio mismo una dualidad como la del yin y del yang. En efecto, como ya lo hemos indicado en otra parte5, es el «expir» o el movimiento de expansión principial el que determina la «coagulación» de lo manifestado, y el «aspir» o el movimiento de contracción principial el que determina su «solución»; y sería exactamente lo mismo, si, en lugar de emplear el simbolismo de las dos fases de la respiración, se empleara el simbolismo del doble movimiento del corazón.




  1. Aquí hacemos alusión concretamente al simbolismo de los signos del grado 18 de la Masonería escocesa, y también al simbolismo del rito de la «pipa» en los Indios de América del Norte, que implica tres movimientos sucesivos que se refieren respectivamente al Cielo, a la Tierra y al Hombre, y que pueden traducirse por «solución», «coagulación», y «asimilación». 

  2. El orden de sucesión de las dos fases desde este punto de vista muestra también por qué el yin está aquí antes que el yang. 

  3. Esto encuentra numerosas aplicaciones en el dominio de las ciencias tradicionales; una de las más inferiores entre estas aplicaciones es la que se refiere a la «llamada» y a la «devolución» de las «influencias errantes» al comienzo y al fin de una operación mágica. 

  4. Es la «muerte» a un estado y el «nacimiento» a otro, considerados como las dos caras opuestas e inseparables de una misma modificación del ser (ver EL SIMBOLISMO DE LA CRUZ, cap. XXII, y APERCEPCIONES SOBRE LA INICIACIÓN, cap. XXVI). 

  5. APERCEPCIONES SOBRE LA INICIACIÓN, cap. XLVII. 

René Guénon