De todos los profetas que precedieron a Muhammad en el tiempo, Ibn ‘Arabî menciona a Noé como representativo de la actitud de tanzîh. Es significativo que Ibn ‘Arabî titule el capítulo de los Fusûs en que menciona a Noé «la sabiduría transcendentalista (bikma subbûhiyya) encarnada en el profeta Noé» .
Según el Corán, en una época dominada por una obstinada y desenfrenada idolatría, Noé negó el valor de los ídolos, exhortó a la fe en un único ilâh y defendió el monoteísmo. En otras palabras, hizo hincapié, a lo largo de toda su vida, en el principio de tanzîh. Su actitud, según Ibn ‘Arabî, era una necesidad histórica y, por consiguiente, estaba justificada. En esa época, entre sus gentes, el politeísmo estaba tan difundido que sólo la exhortación implacable a un tanzîh puro y extremo podría hacer regresar al pueblo a la forma correcta de creencia religiosa.
Sin embargo, aparte de estas consideraciones históricas, el tanzîh como actitud humana respecto a Al-lâh es claramente parcial. Cualquier creencia religiosa basada exclusivamente en el tanzîh es esencialmente imperfecta e incompleta. Porque «purificar» a Al-lâh hasta ese punto y reducirlo a algo que nada tiene que ver con las criaturas es una manera más de delimitar la divina Existencia, que es, en realidad, infinitamente vasta e infinitamente profunda. El «tanzîh», como dice Ibn ‘Arabî , «en opinión de quienes conocen la verdad, consiste nada menos que en delimitar y restringir a Al-lâh». Al-Qâshânî explica esta frase como sigue :
El tanzîh consiste en distinguir lo Absoluto de todo lo contingente y físico, o sea de todas las cosas materiales que no admiten tanzîh. Pero sólo se puede distinguir una cosa de otra mediante un atributo de aquélla incompatible con el atributo de ésta. De este modo, la cosa en cuestión (la que se distingue de otra) cebe necesariamente ser determinada por un atributo y delimitada por una limitación. Todo tanzîh es, en este sentido, delimitación.
La esencia de lo que aquí se afirma es la siguiente: quien «purifica» a Al-lâh, Lo purifica de todos los atributos físicos, pero (inconscientemente), por ese mismo acto, Lo «asimila» (tashbîh) a los seres inmateriales y espirituales. Entonces, ¿qué sucede si uno Lo «purifica» de la «limitación» (taqyîd) misma? Incluso en ese caso, estará «limitándolo» con la «ilimitación» (itláq), cuando, en verdad, Al-lâh está «purificado» de (o sea transciende) las trabas de la «limitación» y la «ilimitación». Es absolutamente absoluto. No está delimitado por ninguna de las dos, ni tampoco las excluye.
En una desafiante declaración, Ibn ‘Arabî dice que «quienquiera que practique y defienda el tanzîh en su forma extrema es o un ignorante o uno que no sabe comportarse con propiedad respecto a Al-lâh».
En cuanto al «ignorante», Ibn ‘Arabî no da ejemplos concretos. Algunos de los comentadores, como Bâlî Efendi , son de la opinión de que el término se refiere a los filósofos musulmanes y a sus ciegos seguidores. Son gente, dice Bâlî Effendi, que «no cree en la Ley divina y que tiene la osadía de querer “purificar” a Al-lâh, de acuerdo con los requisitos de su teoría, de todos los atributos que Al-lâh se ha atribuido a Sí mismo».
En cuanto a los que «no saben comportarse con propiedad», Ibn ‘Arabî hace una observación: son «de los que creen en la Ley divina (o sea musulmanes), que “purifican” a Al-lâh y no van más allá del tanzîh». Se comportan de modo impropio porque «desmienten a Al-lâh y a los apóstoles, sin ser conscientes de ello». Con toda probabilidad, se refiere a los teólogos mu’tazilíes , conocidos por negar la existencia de Atributos en la Esencia de Al-lâh. Son creyentes, pero llegan imprudentemente a ese extremo, arrastrados por la fuerza de su propio razonamiento, y acaban ignorando por completo el aspecto de tashbîh tan explícito en el Corán y las Tradiciones.
Volviendo a la historia interrumpida de Noé, el tipo de tanzîh que éste simboliza es una actitud propia y característica de la Razón. al-Qashani lo llama «tanzîh por la Razón» (al-tanzîh al-‘aqlt). La Razón, por naturaleza, se niega a admitir que lo Absoluto aparezca en una forma sensible. Pero de este modo pasa por alto un punto muy importante, a saber, que «purificar» lo Absoluto de toda forma sensible, como ya hemos visto unas líneas más arriba, no sólo equivale a delimitarlo sino que es susceptible de caer en una especie del mismo tashbîh que con tanta violencia detesta.
Comentando un verso de Ibn Arabi, que dice: «Cada vez que lo Absoluto se aparece ante los ojos en una forma sensible, la Razón rechaza la imagen por el razonamiento lógico que tan asiduamente aplica», al-Qashani señala:
El significado del verso es el siguiente: cuando lo Absoluto se manifiesta (tayalli) en una forma sensible, la Razón lo rechaza por razonamiento lógico, a pesar de que, en realidad, el fenómeno sensible sea una realidad a su manera tanto en el plano del mundo sensible como en sí misma o sea no sólo como fenómeno sensible, sino en su realidad como auténtica forma de manifestación de lo Absoluto. La Razón lo «purifica» de ser un objeto sensible porque, de otro modo, lo Absoluto se hallaría en un lugar determinado y en cierta dirección determinada. La Razón estima que lo Absoluto está por encima de estas determinaciones. Sin embargo, lo Absoluto transciende aquello de lo que la Razón lo «purifica», y transciende la «purificación» en sí. Porque «purificarlo» de este modo es asimilarlo a los seres espirituales y, por lo tanto, delimitar su absolutidad. Hace de lo Absoluto algo determinado.
La realidad es que lo Absoluto transciende el estar en una dirección y el no estarlo, el tener una posición y el no tenerla; también transciende todas las determinaciones originadas por los sentidos, la razón, la imaginación, la representación y el pensamiento.