Nicholson: Niffari Gnose

Reynold A. Nicholson — NIFFARI

Niffari, famoso derviche vagabundo que murió en Egipto durante la segunda mitad del siglo X, discute la relación de la gnosis con la religión positiva en un notable tratado de filosofía mística. Consiste la obra en una serie de revelaciones por medio de las cuales Dios se dirige al autor y le instruye acerca de la teoría de la gnosis. La doctrina aparece envuelta en abstruso lenguaje, tanto que apenas sería inteligible sin el comentario que le acompaña; pero los pasajes que vamos a citar en el presente capítulo bastarán para evidenciar su valor, en cuanto original manera de exponer el Sufismo en su época de madurez.

Los que buscan a Dios, dice Niffari, son de tres clases: Primeramente los devotos a quienes Dios se dio a conocer por Sus mercedes; quiere decir, que Le adoraban con la esperanza de ganar el Paraíso o de recibir alguna recompensa espiritual, como sueños y milagros; en segundo lugar, los filósofos y teólogos escolásticos, a quienes Dios se da a conocer en Su gloria, los cuales nunca alcanzan al glorioso Dios que andan buscando, por lo cual afirman que Su esencia es incognoscible, diciendo: «Sabemos que no le conocemos, y en esto consiste nuestro conocimiento»; en tercer lugar, los gnósticos, a quienes Dios se da a conocer en el el éxtasis, de los cuales se apodera un arrobamiento que les priva de la conciencia de su ser individual.

Niffari amonesta al gnóstico para que no cumpla otros actos de culto que los que armonicen con esta visión de Dios, aun cuando haya de obedecer necesariamente a las leyes religioss que fueron hechas para el vulgo. Es su sentido íntimo el que debe decidir hasta qué punto le convienen las formas externas de la religión.

Dios ME dijo: Pídeme con estas palabras: «Oh Señor, ¿cómo ME apegaré a Tí, de forma que cuando llegue el Día del Juicio ni ME castigues ni vuelvas de mí Tu rostro

Entonces, Yo te contestaré y diré: «Apégate en tu teoría y práctica externa a la Suna (la regla del Profeta), y en tu sentimiento interno a la gnosis que Yo te he comunicado; y sabe que cuando ME dé a conocer a tí, no aceptaré de tí nada de la Sunna, sino sólo lo que Mi gnosis te ofrece, porque eres uno de aquellos a quienes hablé diciendo: Tú ME oyes, y sabes que ME oyes, y ves que Yo soy la fuente de todas las cosas».

Observa el comentarista que la Sunna, dada su finalidad de carácter universal, no distingue entre individuos, si son buscadores del Paraíso o de Dios, pero que contiene en realidad todo cuanto haya menester cada uno de los hombres. Según el caso particular, se discierne la porción especialmente apropiada para cada cual, mediante la gnosis que Dios comunica al corazón, o gracias a la guía y orientación de algún director de almas.

Y El ME dijo: «Mi revelación exotérica no contiene Mi revelación esotérica».

Lo cual quiere decir que el gnóstico no debe desmayar si su experiencia interna choca con la ley religiosa. La contradicción es solo aparente. La religión se dirige al rebaño común de los hombres, cegados por los velos de su pensamiento, por la lógica, por la tradición y por otras cosas; mientras que la gnosis corresponde a los elegidos que se bañan corporal y espiritualmente en la Luz eterna. La religión contempla las cosas desde el punto de vista de la pluralidad, y la gnosis, desde la Unidad que todo lo encierra. De ahí que una misma acción sea buena en su aspecto religioso, y mala en el gnóstico, verdad que sentenciosamente se expresa como sigue:

Las buenas acciones de los piadosos son las malas de los favoritos de Dios.

Aunque las obras devotas no sean incompatibles con la religión, todo el que se apega a ellas, siquiera fuere en el menor grado, no es un verdadero gnóstico. Tal es el sentido de la siguiente alegoría. Rara vez escribe Niffari tan lúcidamente como en este lugar, y, sin embargo, imagino que pocos serán los lectores a quienes sobren los comentarios con que interrumpiremos el relato: Revelação do Mar

Islame, Niffari, Reynold Alleyne Nicholson