Frithjof Schuon — Referências ao termo “Teosofia”
Fue al mismo tiempo una reacción de la Germania contra el Mediterráneo y Judea. Sea como fuere, si la teosofía germánica -en lo que tiene de válido- pudo surgir en un ambiente protestante, fue gracias a las analogías muy indirectas que hemos señalado y no en virtud del anticatolicismo de los luteranos. CI 6
Cuando se habla de esoterismo cristiano no puede tratarse más que de tres cosas: puede tratarse primeramente de gnosis crística, fundada sobre la persona, la enseñanza y los dones de Cristo y beneficiaria eventualmente de conceptos platónicos, lo que en metafísica no tiene nada de irregular (NA: De una manera general, siempre son posibles influencias intertradicionales en ciertas condiciones, pero fuera de todo sincretismo. Indiscutiblemente, el Budismo y el Islam han tenido una influencia sobre el Hinduismo, no añadiéndole elementos nuevos, por supuesto, sino favoreciendo o determinando la eclosión de elementos preexistentes.); esta gnosis se ha manifestado especialmente, aunque de una manera muy desigual, en escritos como los de Clemente de Alejandría, Orígenes, Dionisio el Areopagita — o el Teólogo o el Místico, si se prefiere -, Escoto Erígena, el maestro Eckhart, Nicolás de Cusa, Jakob Boehme, Angelus Silesius (NA: En otros términos: se encuentran elementos de esoterismo sapiencial en el gnosticismo ortodoxo — el cual se prolonga en la teosofía de Boehme y de sus continuadores -, después en la mística dionisiana de los renanos y por supuesto en el hesicasmo; sin olvidar ese elemento parcial de esoterismo metódico que fue el quietismo de un Molinos, del que se encuentran huellas en San Francisco de Sales.). A continuación puede tratarse de algo completamente diferente, a saber, de esoterismo greco-latino — o próximo-oriental — incorporado al Cristianismo: pensamos aquí ante todo en el hermetismo y en las iniciaciones artesanales. En este caso, el esoterismo es más o menos limitado e incluso fragmentario, reside más bien en el carácter sapiencial del método — hoy perdido — que en la doctrina y el fin; la doctrina era sobre todo cosmológica y, por consiguiente, el fin no sobrepasaba los «pequeños misterios» o la perfección horizontal, o «primordial», si nos referimos a las condiciones ideales de la «edad de oro». En cualquier caso, este esoterismo cosmológico o alquímico, y «humanista» en un sentido todavía legítimo — porque se trataba de devolver al microcosmo humano la perfección del macrocosmo siempre conforme a Dios -, este esoterismo cosmológico cristianizado, decimos, fue esencialmente vocacional, puesto que ni una ciencia ni un arte pueden imponerse a todo el mundo; el hombre elige una ciencia o un arte por razones de afinidad y de cualificación, y no a priori para salvar su alma. Estando la salvación garantizada por la religión, el hombre puede, a posteriori, y sobre esta misma base, sacar provecho de sus dones y sus ocupaciones profesionales, y es incluso normal o necesario que lo haga cuando una ocupación ligada a un esoterismo alquímico o artesanal se imponga a él por un motivo cualquiera. El esoterismo como principio y como vía: I COMPRENDER EL ESOTERISMO
Hemos hablado anteriormente del paso de la objetividad a la subjetividad reflexiva -fenómeno señalado por Maritain- subrayando a la vez el carácter ambiguo de esta evolución. El fatal resultado de la «reflexividad» hecha hipertrofia es una inflación verbal que hace que se sea cada vez menos sensible al valor objetivo de las formulaciones ideales; se ha tomado la costumbre de «clasificarlo» todo, a diestro y siniestro, en una larga serie de categorías superficiales y con frecuencia imaginarias, de manera que se desconocen las verdades más decisivas -e intrínsecamente más evidentes- porque se les hace entrar convencionalmente en el «ya visto», sin decirse por lo demás que «ver» no es forzosamente sinónimo de «comprender»; un Jacob Boehme es teosofía, por tanto «pasemos la página». Estas costumbres impiden distinguir la «visión vivida» del sabio de la virtuosidad mental del «pensador» profano; por todas partes no se ve más que «literatura», que además es la literatura de tal y tal «tiempo». Pero con toda evidencia la verdad no es un asunto personal; los árboles florecen y el sol sale sin que nadie tenga que preguntar quién les ha sacado del silencio o de las tinieblas y los pájaros que cantan no tienen nombre. Sobre los mundos antiguos: CAIDA Y DECADENCIA LA VÍA DE LA UNIDAD
Al no ser nuestro punto de vista el del evolucionismo, para decir lo menos, no podríamos creer en un origen grosero y pluralista de las religiones y no tenemos ninguna razón para poner en duda el aspecto «monoteísta» de la tradición de los indios (En 1770, una mujer visionaria anunció a los sioux oglala que el Gran Espíritu estaba encolerizado con ellos; en los relatos pictográfícos (winter counts) de los oglala, ese año recibió el nombre de Wakan Tanka knashkiyan («Gran Espíritu en cólera»); esto sucedió en una época en la que estos sioux no podían haber sufrido la influencia del monoteísmo blanco.), ya que siempre el «politeísmo» puro y simple no es más que una degeneración y por tanto un fenómeno relativamente tardío y en cualquier caso mucho menos extendido de lo que ordinariamente se cree. El monoteísmo primordial -que no tiene nada de específicamente semita y que más bien es un «pan-monoteísmo», pues si no el politeísmo no habría podido derivar de ello-, este monoteísmo subsiste, o deja huellas en las tribus más diversas, los pigmeos de Africa entre otras; es lo que los teólogos llaman la «religión primitiva». En las Américas, los naturales de la Tierra del Fuego, por ejemplo, no conocen más que un solo Dios que habita más allá de las estrellas, que no tiene cuerpo y no duerme y las estrellas son sus ojos; siempre ha sido y nunca morirá; ha creado al mundo y ha dado a los hombres reglas de acción. En los indios del Norte -los de las Praderas y los Bosques- la Unidad divina sin duda aparece de manera menos exclusiva y en algunos casos parece incluso velarse, pero no hay en ellos nada comparable con el politeísmo antropomorfista de los europeos antiguos: ciertamente hay varios «Grandes Poderes» (El nombre Wakan-Tanka -literalmente «Gran Sagrado» (wakan = Sagrado) y habitualmente traducido como «Gran Espíritu» o «Gran Misterio»- también lo ha sido por «Grandes Poderes», plural que es legítimo teniendo en cuenta el sentido polisintético del concepto. En todo caso no es sin razón que los sioux han sido llamados the Unitarians of the American Indian.), pero estos Poderes están o subordinados a un Poder supremo que se asemeja mucho más a Brahma que a Júpiter, o son considerados como un conjunto, o una Substancia sobrenatural, de la que nosotros mismos somos partes, de acuerdo con lo que un sioux nos ha explicado. Para comprender este último punto, que sería panteísmo si todo el concepto sólo se redujese a eso, es preciso saber que las ideas sobre el Gran Espíritu se vinculan o con la realidad «discontinua» de la Esencia y entonces hay trascendentalismo (Es obvio que entendemos este término según su sentido propio y sin pensar en la filosofía emersoniana que lleva este nombre. Por lo demás uno se puede preguntar -dicho sea de paso- si no hay en Emerson, además del idealismo alemán, una cierta influencia proveniente de los indios.), o con la realidad «continua» de la Substancia, y en ese caso hay panteísmo; en la conciencia de los pieles-rojas el aspecto de Substancia predomina no obstante sobre el de Esencia. A veces se habla de un Poder mágico que anima todas las cosas, comprendidos los hombres, llamado Manito (algonquino), Orenda (iroques) y coagulándose -o personificándose según los casos- en las cosas y los seres, comprendidos los del mundo invisible y anímico, y cristalizándose igualmente en función de un determinado sujeto humano, como totem o «ángel guardián» (el orayon de los iroqueses) (A fin de cuentas es el equivalente del kami del Sintoísmo.) esto es exacto con la reserva sin embargo de que el calificativo de «mágico» es completamente insuficiente e incluso erróneo en el sentido de que define una causa por un efecto parcial. En cualquier caso lo que importa retener es que el teísmo indio, al mismo tiempo que no es un pluralismo de tipo mediterráneo y «pagano», tampoco coincide exactamente con el monoteísmo abrahamánico, sino que más bien representa una teosofía un tanto «en movimiento» -en ausencia de una Escritura sagrada- y entroncada con las concepciones védicas y extremo-orientales; es importante precisar igualmente la insistencia, en esta perspectiva, sobre los aspectos «vida» y «potencia», que es muy característico de una mentalidad guerrera más o menos nómada. Sobre los mundos antiguos: CHAMANISMO PIEL-ROJA LA VÍA DE LA UNIDAD
Estas últimas precisiones nos suministran la ocasión de decir algunas palabras sobre la confusión corriente entre sincretismo y eclecticismo, aunque se corra el riesgo de alejarnos un poco de nuestro tema. El sincretismo nunca es algo serio: es la reunión de elementos heteróclitos en una unidad falsa, es decir, sin una verdadera síntesis; el eclecticismo en cambio es algo natural donde quiera que doctrinas diferentes sean colindantes, como lo prueban el platonismo o el aristotelismo integrados dentro de la perspectiva cristiana. Lo que importa en un caso semejante es que la perspectiva original permanezca fiel a sí misma y que no acepte los conceptos extraños más que en la medida en que éstos corroboren aquella fidelidad ayudando a ilustrar las intenciones fundamentales de la perspectiva-madre; los cristianos no tenían ninguna razón para dejar de inspirarse en la sabiduría helénica puesto que ésta existía, del mismo modo que los musulmanes no podían abstenerse en la doctrina mística de utilizar en cierta medida los conceptos neoplatónicos desde que llegaron a su conocimiento; pero sería un grave error hablar de sincretismo en estos casos, evocando abusivamente el ejemplo de doctrinas artificiales como la teosofía moderna; nunca hubo entre dos religiones vivas imitaciones de elementos esenciales que afectaran a las estructuras fundamentales, como se supone al atribuir el amidismo a los nestorianos. Sobre los mundos antiguos: UNIVERSALIDAD Y ACTUALIDAD DEL MONAQUISMO LA VÍA DE LA UNIDAD
En terminología vedántica, la enunciación fundamental del Cristianismo es: «atman se ha hecho maya a fin de que maya se haga atman»; la del Islam será que «no hay âtma salvo el único atman» y, para el Muhamadun Rasûlu-Llâh: «maya es la manifestación de atman». En la formulación cristiana subsiste un equívoco en el sentido de que atman y maya están yuxtapuestos; se podría entender que la segunda existe con pleno derecho junto al primero, que posee una realidad idéntica a éste; el Islam responde a su manera a este posible malentendido. 0 también: todas las teologías -o teosofías- se dejan reducir grosso modo a estos dos tipos: Dios–Ser y Dios-Consciencia, o Dios-Objeto y Dios-Sujeto, o también: Dios objetivo, «absolutamente otro», y Dios subjetivo, a la vez inmanente y trascendente. El Judaísmo y el Cristianismo pertenecen a la primera categoría; el Islam también, en cuanto religión, pero al mismo tiempo es como la expresión religiosa y «objetivista» del Dios-Sujeto, y es por esto por lo que se impone, no por el fenómeno o el milagro, sino por la evidencia, siendo el contenido o el «motor» de ésta la «unidad», y así la absolutidad; es por esto también por lo que hay cierta relación entre el Islam y la gnosis o el «reino del Espíritu». Por lo que se refiere a la significación universal de «atman se ha hecho maya a fin de que maya se haga atman», se trata aquí del descendimiento de lo Divino, del Avatâra, del Libro sagrado, del Símbolo, del Sacramento, de la Gracia bajo todas las formas tangibles y por consiguiente también de la Doctrina o del Nombre de Allah, lo que nos conduce de nuevo al Muhammadun Rasûlu-Llâh. El acento se pone, ya en el continente divino como en el Cristianismo -pero entonces este continente tiene forzosamente también un aspecto de contenido, (79) y, así, de «verdad» -ya en el contenido «verdad» como en el Islam y a fortiori en las gnosis– y entonces este contenido se presenta forzosamente bajo el aspecto formal de continente, y, así, de «fenómeno divino» o de símbolo. (80) El continente es el «Verbo hecho carne», y el contenido es la absolutidad de la Realidad o del Sí, expresada, en el Cristianismo, por la exhortación a amar a Dios con todo nuestro ser y a amar al prójimo como a nosotros mismos, pues «todo es atman». (81) CI 6