«Discernir» es «separar»: separar entre lo Real y lo ilusorio, lo Absoluto y lo contingente, lo Necesario y lo posible, atman y maya. Al discernimiento se junta, complementaria y operativamente, la «concentración», que «une»: es la toma de consciencia plenaria —a partir de la maya terrenal y humana— del atman a la vez absoluto, infinito y perfecto; sin igual, sin limites y sin defecto. Según algunos Padres de la Iglesia, «Dios se ha hecho hombre a fin de que el hombre se haga Dios»; fórmula audaz y elíptica que parafrasearemos de forma vedántica diciendo que lo Real se ha hecho ilusorio a fin de que lo ilusorio se haga real; atman se ha hecho maya a fin de que maya realice atman. El Absoluto, en su sobreabundancia, proyecta la contingencia y se refleja en ella, en un juego de reciprocidad del que saldrá vencedor, Él que es el único que es.