No menos destacable es el hecho de que mosa, musa (mrsa), «falso», es regularmente opuesto a saccam (satyam), «verdadero»; y puesto que este musa, mrsa deriva de mussati, mrs, «ignorar», «olvidar», «descuidar», resulta claro que «no-verdadero» coincide con «olvidado». De la misma manera, aunque inversamente, lethe es «olvido», «olvidar», y aletheia es «verdad» o literalmente «no-olvido». Por consiguiente, o alethes ouranos (Fedón 109E) no es meramente «cielo verdadero o real» sino también «cielo donde no hay olvido», y donde, por la misma razón, los dioses «nunca aprenden» debido a que jamás hay nada ausente de su conocimiento (Plotino, IV.4.7); de la misma manera el to aletheias medion de Platón no es meramente «llanura de la verdad» sino también la «tierra del no olvido», y lo opuesto del to lethes pedion, la «tierra del olvido» de Aristófanes (Las Ranas, 186). Leto es así mismo de la ralea mortal de la Discordia (Hesíodo, Teogonia 227), y también para Shakespeare significa «muerte»; de modo que la «tierra del no-olvido» es también la «tierra de la inmortalidad». En el sentido en que nosotros somos lo que conocemos, y en que ser y conocer son lo mismo (to gar auto noein estin te kai einai)1 , la recordación es la vida misma y el olvido un brebaje letal.
NOTAS