Coomaraswamy (HB) – infância de Gotama

La dormición de Maha Maya tiene lugar una semana después de nacer el niño, y su hermana Prajapati, y co-esposa de Shuddhodana, toma su lugar. El niño es llevado de regreso a Kapilavastu, y mostrado al padre; es conocido y adorado por los adivinos Brahmanes, que anuncian que será Emperador o Buddha, a la edad de treinta y cinco años. El niño es presentado en el templo, donde la deidad tutelar de los Shakyas se inclina ante él. Shuddhodama, deseando que su hijo sea un Emperador y no un Buddha, y habiendo sabido que abandonará el mundo sólo después de haber visto a un viejo, a un enfermo, a un cadáver y a un monje, le cría en una lujosa reclusión, ignorante de la existencia misma del sufrimiento y de la muerte. El primer milagro tiene lugar un día cuando el rey, de acuerdo con la costumbre, está tomando parte en la Primera Labranza del año; el niño es dejado a la sombra de un árbol, y la sombra no se mueve aunque las sombras de los demás árboles se mueven naturalmente con el sol; en otras palabras, el sol permanece quieto sobre su cabeza. El niño aprende en la escuela con facilidad sobrenatural. A la edad de dieciséis años, por la victoria en una contienda de tiro con arco, en la que su flecha traspasa siete árboles, obtiene a su prima Yasodhara como esposa; ella deviene la madre de un niño, Rahula.

Entre tanto, en cuatro días sucesivos, mientras conducía por la ciudad hacia el parque del placer, el Bodhisattva ha visto los cuatro signos; pues aunque tales visiones han sido desterradas de la ciudad por edicto real, los Dioses asumen las formas del viejo, del enfermo, del cadáver y del monje, y así se hace que el Príncipe conozca la vejez, la enfermedad, la muerte y la serenidad de un hombre que ha subido por encima de estas vicisitudes de la existencia. El Príncipe va entonces a su padre y le anuncia su intención de dejar el mundo y devenir un monje, para descubrir la vía de escape de la sujeción a esta mortalidad. El padre no puede disuadirle, pero mantiene las puertas del palacio cerradas. Aquella noche, el Bodhisattva se despide en silencio de su esposa y de su hijo y llamando a su caballo, parte por la puerta del palacio, abierta milagrosamente para él por los Dioses; va acompañado sólo de su auriga (manas).

Ahora Mara, la Muerte, el Mal, le ofrece el imperio de todo el mundo si regresa; fracasando en esta tentación, sigue al Bodhisattva, buscando otra oportunidad. Al alcanzar los bosques profundos, el Bodhisattva corta su turbante real y su largo cabello, impropios de un peregrino, y éstos son elevados por los Dioses y hechos reliquias en el cielo. Los Dioses le proporcionan las vestiduras de un peregrino. El Bodhisattva envía a su auriga de vuelta a la ciudad con su caballo; el caballo muere con el corazón roto de pena.

Ananda Coomaraswamy