Una consideración de todo lo que se ha dicho hasta aquí nos permitirá aproximarnos a un texto tal como el de Brhadaranyaka Upanishad IV.4.1-7, sin caer en el error de suponer que la «sanguijuela de tierra» del verso 3 es un «alma» individual, y definidamente caracterizada, que pasa de un cuerpo a otro. Más bien, es el Sí mismo indiviso y jamás individualizado, que, habiéndose recordado a sí mismo ahora (atmanam upasamharati, cf. Bhagavad Gita II.58), y liberado de la «ignorancia» del cuerpo (con el que ya no se identifica), transmigra; este Sí mismo recordado es el Brahma que asume toda forma y cualidad de existencia, tanto buena como mala1 , según sus deseos y actividades (verso 5); si está todavía apegado (saktah), todavía deseoso (kamayamanah), este Sí mismo (ayam, es decir, ayam atma) retorna (punar aiti) desde aquel mundo a este mundo; pero si es sin deseo (akama-yamanah), si se ama solamente a sí mismo (atmakamah, cf. IV.3.21), entonces «siendo Brahma mismo, entra en Brahma (brahmaiva san brahmapyeti)», entonces «el mortal deviene el inmortal» (versos 6, 7). El significado de estos pasajes es distorsionado, y se le da un sentido reencarnacionista, por todos aquellos traductores (por ejemplo Hume y Swami Madhavananda) que traducen ayam del verso 6 por «él» o «el hombre», pasando por alto que este ayam no es nada sino el ayam atma Brahma del verso precedente2 . La distinción no es entre un «hombre» y otro, sino entre las dos formas de Brahma–Prajapati, «mortal e inmortal»3 , deseoso e indeseoso, circunscrito e incircunscrito, etc. (Satapatha Brahmana IV.7.5.2; Brhadaranyaka Upanishad II.3; Maitri Upanishad VI.36, etc.), y entre las «dos mentes, pura e impura» (Maitri Upanishad VI.34.6)4 . Si tuviéramos alguna duda sobre este punto queda aclarada por las palabras de Brhadaranyaka Upanishad IV.3.35-38, «¡Aquí viene Brahma!», que no es un individuo sino Dios mismo, que viene y va cuando «nosotros» nacemos o morimos.
Sería una antinomia aplicarme a mí mismo —a este hombre, Fulano— o a cualquier otro hombre entre otros las palabras, «Eso eres tú», o pensar de mí mismo, le moi, en los términos del «Yo» de estos versos de Swami Nirbhyananda:
Cuando el pájaro-alma escapa al fin de la red del cazador (Salmos 124:7) y encuentra a su Rey, entonces la distinción aparente entre el ser inmanente y el ser transcendente se disuelve a la luz del día, y él escucha y habla con una voz que es a la vez la suya propia y la de su Rey, diciendo
«Yo era el Pecado que desde Mí mismo se reveló:
Yo era el remordimiento que hacia Mí mismo empujó.
Peregrino, Peregrinaje y Senda
Era solo Mí mismo hacia Mí mismo: y Tu
Llegada Solo Mí mismo a mi propia puerta»7 .
NOTAS