René Guénon, OS SÍMBOLOS DA CIÊNCIA SAGRADA
La serpiente enroscada en torno del “Huevo del Mundo”, y figurada a veces en torno del Ómphalos y del betilo, es, a este respecto, la Kundalini enroscada en torno del “núcleo de inmortalidad”, que está también en relación con el simbolismo de la “piedra negra”; a esta posición “inferior” del lûz, se alude directamente en la fórmula hermética: VITRIOL “Visita inferiora terrae, rectificando invenies occultum lapidem” (‘Visita las (partes) inferiores de la tierra, (y) rectificando encontrarás la piedra oculta’); la “rectificación” es aquí el “enderezamiento” (redressement) que señala, después del “descenso” el comienzo del movimiento ascensional, correspondiente al despertar de la Kundalinî; y el complemento de la misma fórmula designa además esa “piedra oculta” como “veram medicinam” (‘verdadera medicina’), lo que la identifica también con el ámrtâ, alimento o pócima de la inmortalidad.
LUZ OU A MORADA DA IMORTALIDADE
Se sitúa al luz hacia la extremidad inferior de la columna vertebral; esto puede parecer bastante extraño, pero se aclara por una aproximación a lo que la tradición hindú dice de la fuerza llamada kundalinî1, que es una forma de la shakti considerada como inmanente en el ser humano2. Esta fuerza es representada bajo la figura de una serpiente enrollada sobre sí misma, en una región del organismo sutil que corresponde precisamente también a la extremidad inferior de la columna vertebral; al menos es así en el hombre ordinario; pero, por el efecto de prácticas tales como las del Hatha-yoga, ella se despierta, se despliega y se eleva a través de las «ruedas» (chakras) o «lotos» (kamalas) que responden a los diversos plexos, para alcanzar la región que corresponde al «tercer ojo», es decir, al ojo frontal de Shiva. Este estadio representa la restitución del «estado primordial», donde el hombre recupera el «sentido de la eternidad» y, por eso mismo, obtiene lo que hemos llamado en otra parte la inmortalidad virtual. Hasta aquí, todavía estamos en el estado humano; en una fase ulterior, kundalinî alcanza finalmente la coronilla de la cabeza3, y esta última fase se refiere a la conquista efectiva de los estados superiores del Ser. Lo que parece resultar de esta aproximación, es que la localización del luz en la parte inferior del organismo se refiere solo a la condición de «hombre caído»; y, para la humanidad terrestre considerada en su conjunto, ocurre lo mismo con la localización del centro espiritual supremo en el «mundo subterráneo».4
INICIAÇÃO E PASSIVIDADE
Naturalmente, todo aquello de lo que se trata está confinado en un cierto dominio puramente psíquico, y, por eso mismo, no podría tener ninguna relación con la verdadera iniciación, puesto que ésta es al contrario de orden esencialmente espiritual; en todo eso se habla mucho de «magia», y, como ya lo hemos explicado suficientemente, las operaciones mágicas de un género cualquiera no constituyen de ninguna manera un proceso iniciático. Por otra parte, encontramos esta singular creencia de que toda la iniciación debe reposar sobre el despertar y la ascensión de la fuerza sutil que la tradición hindú designa bajo el nombre de Kundalini, mientras que, de hecho, eso no es más que un método propio de algunas formas iniciáticas muy particulares; por lo demás, no es la primera vez que hemos tenido que constatar, en lo que llamaríamos de buena gana las leyendas antiiniciáticas, una suerte de obsesión de Kundalini que es por lo menos curiosa, y cuyas razones, en general, no aparecen muy claramente. Aquí, la cosa se encuentra ligada bastante estrechamente a una cierta interpretación del simbolismo de la serpiente, tomado en un sentido exclusivamente «maléfico»; el autor parece no tener la menor idea de la doble significación de algunos símbolos, cuestión muy importante que ya hemos tratado en otra parte5. Sea como sea, el Kundalinî Yogâ, tal como se practica sobre todo en la iniciación tántrica, es ciertamente algo muy diferente de la magia; pero lo que se considera abusivamente bajo este nombre, en el caso que nos ocupa, puede muy bien no ser más que eso; si no se tratara más que de pseudoiniciación, sería incluso mucho menos que eso, es decir, una ilusión «psicológica» pura y simple; pero, si la contrainiciación interviene a algún grado, puede tratarse muy bien de una desviación real, e incluso de una suerte de «inversión», que desemboca en una toma de contacto, no con un principio transcendente o con los estados superiores del ser, sino simplemente con la «luz astral», diríamos más bien con el mundo de las «influencia errantes», es decir, en suma con la parte más inferior del dominio sutil. El autor, que acepta la expresión de «luz astral»6, designa este resultado bajo el nombre de «iluminación», que deviene así curiosamente equívoco; en lugar de aplicarse a algo de orden puramente intelectual y a la adquisición de un conocimiento superior, como debería aplicarse normalmente si se tomara en un sentido iniciático legítimo, no se refiere más que a fenómenos de «clarividencia» o a otros «poderes» de la misma categoría, muy poco interesantes en sí mismos, y, por lo demás, sobre todo negativos en este caso, ya que parece que sirven finalmente para hacer al que está afligido por ellos accesible a las sugestiones que emanan de pretendidos «Maestros» desconocidos, los cuales, ocurre que no son más que siniestros «magos negros».
La palabra kundalî (en femenino kundalinî) significa enrollado en forma de anillo o espiral; este enrollamiento simboliza el estado embrionario y «no desarrollado». ↩
A este respecto, y bajo una cierta relación, su morada se identifica también a la cavidad del corazón; ya hemos hecho alusión a una relación que existe entre la shakti hindú y la Shekinah hebraica. ↩
Es el Brahma-randhra u orificio de Brahma, punto de contacto de la sushumna o «arteria coronaria» con el «rayo solar»; hemos expuesto completamente este simbolismo en EL HOMBRE Y SU DEVENIR SEGÚN EL VÊDÂNTA. ↩
Todo esto tiene una relación muy estrecha con la significación real de esta frase hermética bien conocida: «Visita inferiora terrae, rentificando invenies occultum lapidem, veram medicinam», frase que da por acróstico la palabra Vitriolum. La «piedra filosofal» es al mismo tiempo, bajo otro aspecto, la «verdadera medicina», es decir, el «elixir de la larga vida», que no es otra cosa que el «brebaje de la inmortalidad». — Se escribe a veces interiora en lugar de inferiora, pero el sentido general no es modificado por ello, y hay siempre la misma alusión manifiesta al «mundo subterráneo». ↩
Ver EL REINO DE LA CANTIDAD Y LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS, cap. XXX. ↩
El origen de esta expresión se remonta a Paracelso, pero, de hecho, es conocida sobre todo por las divagaciones ocultistas a las que ha servido de pretexto. ↩