COSMOLOGIA — TRIBHUVANA
VIDE: Mundo; Três Mundos
Três mundos; na literatura hindu os três bhuvanas são svarga (céu), bhumi (terra) e patala (as regiões inferiores).
René Guénon: O HOMEM E OS TRÊS MUNDOS
Cuando se comparan entre sí diferentes ternarios tradicionales, si realmente es posible hacerlos corresponder término a término, es menester guardarse bien de concluir de ello que los términos correspondientes son necesariamente idénticos, y esto inclusive en los casos en los que algunos de estos términos tienen designaciones similares, ya que puede ocurrir muy bien que esas designaciones estén aplicadas por transposición analógica a niveles diferentes. Esta precisión se impone concretamente en lo que concierne a la comparación de la Gran Tríada extremo oriental con el Tribhuvana hindú: los «tres mundos» que constituyen este último son, como se sabe, la Tierra (Bhû), la Atmósfera (Bhuvas) y el Cielo (Swar); pero el Cielo y la Tierra no son aquí el Tien y el Ti de la tradición extremo oriental, que corresponden siempre a Purusha y a Prakriti de la tradición hindú1. En efecto, mientras que éstos están fuera de la manifestación, de la que son los principios inmediatos, los «tres mundos» representan al contrario el conjunto de la manifestación misma, dividida en sus tres grados fundamentales, que constituyen respectivamente el dominio de la manifestación informal, el de la manifestación sutil, y el de la manifestación grosera o corporal.
Dicho esto, para justificar el empleo de términos que en los dos casos uno está obligado a traducir por las mismas palabras «Cielo» y «Tierra», basta precisar que la manifestación informal es evidentemente aquella donde predominan las influencias celestes; y la manifestación grosera aquella donde predominan las influencias terrestres, en el sentido que hemos dado precedentemente a estas expresiones; se puede decir también, lo que equivale a lo mismo, que la primera está del lado de la esencia y que la segunda está del lado de la substancia, sin que sea posible no obstante identificarlas de ninguna manera a la Esencia y a la Substancia universales en sí mismas2. En cuanto a la manifestación sutil, que constituye el «mundo intermediario» (antariksha), es en efecto un término medio a este respecto, y procede de las dos categorías de influencias complementarias en proporciones tales que no se puede decir que la una predomine claramente sobre la otra, al menos en cuanto al conjunto, y aunque, en su enorme complejidad, contiene elementos que pueden estar más cerca del lado esencial o del lado substancial, en todo caso, por eso no están menos del lado de la substancia en relación a la manifestación informal, y al contrario, del lado de la esencia en relación a la manifestación grosera.
Al menos, este término medio del Tribhuvana no podría ser confundido de ninguna manera con el de la Gran Tríada, que es el Hombre, aunque no obstante presenta con él una cierta relación que, si bien no es inmediatamente aparente, por eso no es menos real, y que indicaremos enseguida; de hecho, no desempeña el mismo papel que él desde todos los puntos de vista. En efecto, el término medio de la Gran Tríada es propiamente el producto o la resultante de los dos extremos, lo que se expresa por su designación tradicional como el «Hijo del Cielo y de la Tierra»; aquí, por el contrario, la manifestación sutil no procede más que de la manifestación informal, y la manifestación grosera procede a su vez de la manifestación sutil, es decir, que cada término, en el orden descendente, tiene en el que le precede su principio inmediato. Así pues, no es bajo esta relación del orden de producción de los términos como la concordancia entre los dos ternarios puede ser establecida válidamente; ella no puede serlo más que «estáticamente», en cierto modo, cuando, una vez ya producidos los tres términos, los dos extremos aparecen como correspondiendo relativamente a la esencia y a la substancia en el dominio de la manifestación universal tomada en su conjunto como teniendo una constitución análoga a la de un ser particular, es decir, tomada propiamente como el «macrocosmo».
NOTAS:
Ver El Hombre y su devenir según el Vêdânta, cap. XII y XIV. ↩
A este propósito, señalaremos incidentalmente que los caracteres «paternal» y «maternal» mismos de que hemos hablado en el capítulo precedente son transpuestos a veces de una manera similar: cuando se trata por ejemplo de los «Padres de arriba» y de las «Madres de abajo», así como eso se encuentra concretamente en algunos tratados árabes, los «Padres» son los Cielos considerados distintivamente, es decir, los estados informales o espirituales de los que un ser tal como el individuo humano tiene su esencia, y las «Madres» son los elementos de los que está constituido el «mundo sublunar», es decir, el mundo corporal que es representado por la Tierra en tanto que proporciona a este mismo ser su substancia, tomando aquí naturalmente estos términos de «esencia» y de «substancia» en un sentido relativo y particularizado. ↩