René Guénon — O HOMEM E SEU DEVIR SEGUNDO O VEDANTA
VIDE: Tao
Quatro Fortunas
Por otra parte, encontramos también en la tradición extremo oriental una teoría que equivale exactamente a la que acabamos de exponer: esta teoría es la de las “cuatro Fortunas”, las dos primeras de las cuales son la “Longevidad”, que, ya lo hemos dicho, no es otra cosa que la perpetuidad de la existencia individual, y la “Posteridad”, que consiste en los prolongamientos indefinidos del individuo a través de todas sus modalidades. Estas dos “Fortunas” no conciernen pues más que a la extensión de la individualidad, y se resumen en la restauración del “estado primordial”, que implica su plena consecución; las dos siguientes, que se refieren al contrario a los estados superiores y extraindividuales del ser1, son el “Gran Saber” y la “Perfecta Soledad”, es decir, pânditya y mauna. Finalmente, estas “cuatros Fortunas” obtienen su plenitud en la “quinta”, que las contiene todas en principio y que las une sintéticamente en su esencia única e indivisible; esta “quinta Fortuna” no se nombra ( como tampoco se nombra el “cuarto estado” de la Mândûkya Upanishad ), puesto que es inexpresable y no puede ser el objeto de ningún conocimiento distintivo; pero es fácil comprender que aquello de lo que se trata aquí no es otra cosa que la Unión misma o la “Identidad Suprema”, obtenida en y por la realización completa y total de lo que otras tradiciones llaman el “Hombre Universal”, ya que el yogi, en el verdadero sentido de esta palabra, o el “hombre transcendente” ( cheun-jen ) del taoísmo, es también idéntico al “Hombre Universal”2.
Por eso es por lo que, mientras que las dos primeras “Fortunas” pertenecen al dominio del confucionismo, las otras dos dependen del dominio del taoísmo. ↩
Esta identidad se afirma igualmente en las teorías del esoterismo islámico sobre la “manifestación del Profeta”. ↩