Eixo Vertical [RGSC]

René Guénon — O simbolismo da cruz [RGSC]

SIGNIFICAÇÃO DO EIXO VERTICAL; A INFLUÊNCIA DA VONTADE DO CÉU

De lo que precede, resulta que el paso de la hélice, elemento por el que las extremidades de un ciclo individual, cualquiera que sea, escapan al dominio propio de la individualidad, es la medida de la “fuerza atractiva de la Divinidad”1. La influencia de la “Voluntad del Cielo” en el desarrollo del ser se mide pues paralelamente al eje vertical; puesto que esta influencia transcendente no se hace sentir en el interior de un mismo estado tomado aisladamente, esto implica evidentemente la consideración simultánea de una pluralidad de estados, que constituyen otros tantos ciclos integrales de existencia ( espirales horizontales ).

El eje vertical representa entonces el lugar metafísico de la manifestación de la “Voluntad del Cielo”, y atraviesa a cada plano horizontal en su centro, es decir, en el punto donde se realiza el equilibrio en el que reside precisamente esta manifestación, o, en otros términos, la armonización completa de todos los elementos constitutivos del estado del ser correspondiente. Como lo hemos visto más atrás, es eso lo que es menester entender por el “Invariable Medio” ( Tchoung-young ), donde se refleja, en cada estado de ser ( por el equilibrio que es como una imagen de la Unidad principial en lo manifestado ), la “Actividad del Cielo”, que, en sí misma, es no actuante y no manifestada, aunque debe ser concebida como capaz de acción y de manifestación, sin que, por lo demás, eso pueda afectarla o modificarla de ninguna manera, e incluso, a decir verdad, como capaz de toda acción y de toda manifestación, precisamente porque está más allá de todas las acciones y manifestaciones particulares. Por consiguiente, podemos decir que, en la representación de un ser, el eje vertical es el símbolo de la “Vía Personal”2, que conduce a la Perfección, y que es una especificación de la “Vía Universal”, representada precedentemente mediante una figura esferoidal indefinida y no cerrada; con el mismo simbolismo geométrico, esta especificación se obtiene, según lo que hemos dicho, por la determinación de una dirección particular en la extensión, dirección que es la de este eje vertical3.
[…] Si volvemos de nuevo ahora a nuestra representación geométrica, vemos que el eje vertical está determinado como expresión de la “Voluntad del Cielo” en el desarrollo del ser, lo que determina al mismo tiempo la dirección de los planos horizontales, que representan los diferentes estados, y la correspondencia horizontal y vertical de éstos, estableciendo su jerarquización. Como consecuencia de esta correspondencia, los puntos límites de estos estados están determinados como extremidades de las modalidades particulares; el plano vertical que los contiene es uno de los planos de coordenadas, así como el que le es perpendicular según el eje; estos dos planos verticales trazan en cada plano horizontal una cruz de dos dimensiones, cuyo centro está en el “Invariable Medio”. No queda pues más que un solo elemento indeterminado: es la posición del plano horizontal particular que será el tercer plano de coordenadas; a este plano corresponde, en el ser total, un cierto estado, cuya determinación permitirá trazar la cruz simbólica de tres dimensiones, es decir, realizar la totalización misma del ser.

Antes de ir más lejos, importa observar todavía un punto, a saber: la distancia vertical que separa las extremidades de un ciclo evolutivo cualquiera es constante, lo que, parece, equivaldría a decir que, cualquiera que sea el ciclo que se considere, la “fuerza atractiva de la Divinidad” actúa siempre con la misma intensidad; y ello es efectivamente así al respecto del Infinito: es lo que expresa la ley de la armonía universal, que exige la proporcionalidad en cierto modo matemática de todas las variaciones. Sin embargo, es verdad que podría no ser ya lo mismo en apariencia si uno se colocara en un punto de vista especializado, y si se considerara solamente el recorrido de un cierto ciclo determinado que se quisiera comparar a los demás bajo la relación de que se trata; sería menester entonces poder evaluar, en el caso preciso en el que uno se hubiera colocado ( admitiendo que haya lugar efectivamente a colocarse ahí, lo que, en todo caso, está fuera del punto de vista de la metafísica pura ), el valor del paso de la hélice; pero, “nosotros no conocemos el valor esencial de este elemento geométrico, porque no tenemos actualmente consciencia de los estados cíclicos por donde pasamos, y porque no podemos medir pues la altura metafísica que nos separa hoy de aquella de la cual salimos”4. No tenemos así ningún medio directo para apreciar la medida de la acción de la “Voluntad del Cielo”; “nosotros no la conoceríamos más que por analogía ( en virtud de la ley de armonía ), si, en nuestro estado actual, teniendo consciencia de nuestro estado precedente, pudiéramos juzgar la cantidad metafísica adquirida5, y, por consiguiente, medir la fuerza ascensional. No se dice que la cosa sea imposible, ya que es fácilmente comprehensible; pero no lo es para las facultades de la presente humanidad”6.


  1. Matgioi, LA VÍA METAFÍSICA, p. 95. 

  2. Recordamos todavía que la “personalidad” es para nos el principio transcendente y permanente del ser, mientras que la “individualidad” no es más que una manifestación transitoria y contingente del mismo. 

  3. Esto acaba de precisar lo que hemos indicado ya sobre el tema de las relaciones de la “Vía” ( Tao ) y de la “Rectitud” ( Te ). 

  4. Matgioi, LA VÍA METAFÍSICA, pp. 137-138 ( nota ). 

  5. Entiéndase bien que el término de “cantidad”, que justifica aquí el empleo del simbolismo matemático, no debe tomarse más que en un sentido puramente analógico; por lo demás, ocurre lo mismo con la palabra “fuerza” y con todas aquellas que evocan imágenes tomadas del mundo sensible. 

  6. Matgioi, LA VÍA METAFÍSICA, p. 96. — En esta última cita, hemos introducido algunas modificaciones, pero sin alterar su sentido, para aplicar a cada ser lo que se decía del Universo en su conjunto. “El hombre no puede nada sobre su propia vida, porque la ley que rige la vida y la muerte, sus mutaciones, se le escapa; ¿qué puede saber entonces de la ley que rige las grandes mutaciones cósmicas, la evolución universal?” ( Tchoang-Tseu, cap. XXV ). — En la tradición hindú, los Puranas declaran que no hay medida para los Kalpas anteriores y posteriores, es decir, para los ciclos que se refieren a los otros grados de la Existencia Universal. 

René Guénon, Termos e Noções