JULIUS EVOLA — O IOGA TÂNTRICO
En los primeros siglos de la era cristiana, y de manera más clara todavía en los alrededores de la mitad del primer milenio, asistimos a una revolución característica en la región en la que se había desarrollado la gran civilización indo-aria: aparece, se precisa, se afirma y se extiende una corriente espiritual y religiosa que es nueva en relación con los movimientos que prevalecían en el periodo anterior. Todo lo que se llama en general el hinduismo sufrió la influencia de esta corriente y se vio penetrado por ella; se resienten de ello las escuelas de yoga, la especulación posterior a los Upanishads, los cultos de Visnú y de Siva; suscita en el propio budismo una nueva corriente, el Vajrayana (la «Vía del Diamante» o «del Rayo»). Se asocia, finalmente, por una parte, con las variadas formas de los cultos populares o de las prácticas mágicas, y, por otra parte, con las enseñanzas estrictamente esotéricas o iniciáticas.
A esta nueva corriente le podríamos dar el nombre de tantrismo. Desemboca en una síntesis de todos los movimientos principales de la espiritualidad hindú, coloreándolos con un matiz particular y basando su justificación en una metafísica de la historia. Derivado de la raíz tan, extender, o mejor dicho continuar, desarrollar, Tantra (que ha menudo quería decir simplemente «tratado», «exposición») y Agama, término que designa a otros textos pertenecientes a la misma categoría, han terminado por significar «lo que ha procedido», «lo que ha descendido». De esta manera se indica que el tantrismo representa una extensión o un desarrollo ulterior de enseñanzas tradicionales contenidas en los Veda en su origen, y después articuladas en los Brahmana, los Upanishads y los Purana; aunque los Tantra han reivindicado a veces el título del «Quinto Veda», es decir, una revelación que se añade a la de los cuatro Veda tradicionales; más una referencia a la doctrina de las cuatro edades (yuga) del mundo. Se afirma que las enseñanzas, ritos y disciplinas que podían adaptarse a los orígenes (a los satya-yuga, equivalentes a la edad de oro de Hesíodo) no se adaptan ya a los hombres de las épocas siguientes, especialmente de la última época, de la «edad de la sombra» (kali-yuga, «la edad del hierro», «la edad del lobo», en los Edda). Se afirma que no es en los Veda ni en los otros textos estrictamente tradicionales, sino en los Tantra y los Agama, donde esta humanidad puede encontrar los conocimientos, la visión del mundo, los ritos y las prácticas eficaces para elevar al hombre por encima de sí mismo, para darle la victoria sobre la muerte (mrityum jayate), que es el fin general de toda la espiritualidad hindú. Hay que precisar, sin embargo, que sólo las técnicas tántricas basadas en la Shakti (sakti-sadhana) se han adaptado a la época actual y son eficaces; todos los otros serían casi tan impotentes como una serpiente sin veneno.