René Guénon — Alphonse-Louis Constant (Eliphas Lévi)
El ocultismo es también una cosa muy reciente, quizás un poco más reciente todavía que el espiritismo; este término parece haber sido empleado por primera vez por Alphonse-Louis Constant, más conocido bajo el seudónimo de Eliphas Lévi, y nos parece muy probable que sea él su inventor. Si la palabra es nueva, es porque lo que sirve para designar no lo es menos: hasta entonces, había habido «ciencias ocultas», más o menos ocultas por lo demás, y también más o menos importantes; la magia era una de esas ciencias, y no su conjunto como algunos modernos lo han pretendido (NA: Papus, Traité méthodique de Science occulte, p. 324.); de igual modo la alquimia, la astrología y muchas otras todavía; pero jamás se había buscado reunirlas en un cuerpo de doctrina única, lo que implica esencialmente la denominación de «ocultismo». A decir verdad, el supuesto cuerpo de doctrina está formado de elementos bien disparatados: Eliphas Lévi quería constituirle con la kabbala hebraica, el hermetismo y la magia; aquellos que vinieron después de él debían dar al ocultismo un carácter bastante diferente. Las obras de Eliphas Lévi, aunque mucho menos profundas de lo que pretenden sus aires, ejercieron una influencia extremadamente extensa: inspiraron a los jefes de las escuelas más diversas, como a Mme Blavatsky, la fundadora de la Sociedad Teosófica, sobre todo en la época en que publicó Isis Dévoilée, como al escritor masónico americano Albert Pike, como a los neorosicrucianos ingleses, etc. Por lo demás, los teosofistas han continuado empleando con bastante entusiasmo el término de ocultismo para calificar su propia doctrina, que se puede considerar en efecto como una variedad especial de ocultismo, ya que nada se opone a que se haga de esta designación el nombre genérico de escuelas múltiples de las que cada una tiene su concepción particular; sin embargo, no es así como se entiende lo más habitualmente. Eliphas Lévi murió en 1875, el mismo año en que fue fundada la Sociedad Teosófica; en Francia, pasaron entonces algunos años durante los cuales apenas si se trató de ocultismo; es hacia 1887 cuando el Dr. Gérard Encausse, bajo el nombre de Papus, retomó esta denominación, esforzándose en agrupar alrededor de él a todos aquellos que tenían tendencias análogas, y es sobre todo a partir del momento en que se separó de la Sociedad Teosófica, en 1890, cuando pretendió en cierto modo monopolizar el título de ocultismo en provecho de su escuela. Tal es la génesis del ocultismo francés; se ha dicho a veces que este ocultismo no era en suma más que «papusismo», y eso es verdad en más de un respecto, ya que una buena parte de sus teorías no son efectivamente más que la obra de una fantasía individual; las hay incluso que se explican simplemente por el deseo de oponer, a la falsa «tradición oriental» de los teosofistas, una «tradición occidental» no menos imaginaria. No vamos a hacer aquí la historia del ocultismo, ni a exponer el conjunto de sus doctrinas; pero, antes de hablar de sus relaciones con el espiritismo y de lo que le distingue de él, eran indispensables estas explicaciones sumarias, a fin de que nadie pueda sorprenderse de vernos clasificar al ocultismo entre las concepciones «neoespiritualistas». 1753 El Error Espiritista: ESPIRITISMO Y OCULTISMO
Toda esta historia, y más especialmente la última cita, nos recuerda una extraña coincidencia: Eliphas Lévi, que murió en 1875, había anunciado que en 1879, es decir, en el momento mismo en que Mme Blavatsky debía fijar en la India la sede de su Sociedad, sería establecido un nuevo «Reino Universal» político y religioso, que ese Reino pertenecería «a aquel que tendría las llaves de Oriente», y que esas llaves serían poseídas «por la nación que tiene la vida y la actividad más inteligentes». Esta predicción estaba contenida en un manuscrito que estaba en posesión de un ocultista de Marsella, alumno de Eliphas Lévi, el Barón Spedalieri; éste se la dio precisamente a Edward Maitland, de suerte que no es dudoso que es ahí donde es menester buscar la inspiración de las líneas que acabamos de reproducir. Agregamos que en el prefacio de la segunda edición de la Voie Parfaite, fue insertada una carta muy elogiosa de Spedalieri, que hablaba nada menos que de «milagros de interpretación»; sin nombrar a su autor se le señalaba como «el amigo, discípulo y heredero literario del célebre mago, el fallecido abate Constant (Eliphas Lévi), lo cual será para todos los iniciados una indicación suficiente de su personalidad». Más tarde, Maitland remitió el manuscrito de Eliphas Lévi al Dr Wynn Westcott, Supreme Magus de la Societas Rosicruciana in Anglia, y este último lo publicó finalmente en 1896 bajo este título: The Magical Ritual of the Sanctum Regnum. Naturalmente, los ingleses, que tienen gustosamente, como los alemanes, la pretensión de constituir la «raza superior», debieron sentirse tentados a aplicar la predicción a su nación, dominadora de la India (máxime cuando Eliphas Lévi mismo, aún siendo francés, parecía haberlo hecho ya en su pensamiento), y acabamos de ver que no han dejado de hacerlo; pero las llaves materiales de Oriente no bastaban, era preciso tener también las llaves intelectuales y espirituales, y, si contaron con la Sociedad Teosófica para obtener su posesión, se debe reconocer que se engañaron singularmente, al menos tanto como en el hecho de que, para llegar al conocimiento del verdadero espíritu de la Biblia y del Evangelio, confiaron en el nuevo «Cristianismo esotérico» ya fuera, por lo demás, el de Anna Kingsford o el de Mme Besant. 8046 El Teosofismo: XXIX — PAPEL POLÍTICO DE LA SOCIEDAD TEOSÓFICA