“Vigilia, sueño, sueño profundo, y lo que está más allá, tales son los cuatro estados de atman; el más grande ( mahattara ) es el Cuarto ( Turîya ). En los tres primeros, Brahma reside con uno de sus pies; tiene tres pies en el último”1. Así, las proporciones establecidas precedentemente desde un cierto punto de vista, se encuentran invertidas desde otro punto de vista: de los cuatro “pies” ( pâdas ) de atman, los tres primeros, en cuanto a la distinción de los estados, no son más que uno en cuanto a la importancia metafísica, y el último es tres por sí mismo solo bajo la misma relación. Si Brahma no fuera “sin partes” ( akhanda ), se podría decir que solo un cuarto de Él está en el Ser ( comprendido ahí todo lo que depende de él, es decir, la manifestación universal de la que él es el principio ), mientras que Sus otros tres cuartos están más allá del Ser ( Pâda, que significa “pie”, significa también “cuarto”. ). Estos tres cuartos pueden considerarse de la manera siguiente: 1, la totalidad de las posibilidades de manifestación en tanto que no se manifiestan, y por consiguiente en el estado absolutamente permanente e incondicionado, como todo lo que es del “Cuarto” ( en tanto que se manifiestan, pertenecen a los dos primeros estados; en tanto que “manifestables”, al tercero, principial en relación a éstos ); 2, la totalidad de las posibilidades de no manifestación ( de las que no hablamos en plural más que por analogía, ya que están evidentemente más allá de la multiplicidad, e incluso más allá de la unidad ); 3, finalmente, el Principio Supremo de unas y de las otras, que es la Posibilidad Universal, total, infinita y absoluta2.
De una manera análoga, al considerar los tres primeros estados, cuyo conjunto constituye el dominio del Ser, se podría decir también que los dos primeros no son más que un tercio del Ser, puesto que contienen solo la manifestación formal, mientras que el tercero es dos tercios él solo, puesto que comprende a la vez la manifestación informal y el Ser no manifestado. — Es esencial destacar que solo las posibilidades de manifestación entran en el dominio del Ser, considerado incluso en toda su universalidad. ↩