INTRODUÇÃO À MAGIA — PRÓLOGO
Albus — Prólogo
Tradução do Tomo I (em espanhol)
“El Grupo de Ur (la palabra “Ur” era recabada de la raíz arcaica del término “fuego”, pero había también otro sentido agregado, relativo a “primordial”, “originario”, tal como significa en el prefijo alemán)… nos remite al dominio del esoterismo. Ya en su momento Reghini, director de las revistas Atanor y luego Ignis (dos publicaciones que tuvieron muy escasa vida) se había propuesto tratar las disciplinas esotéricas e iniciáticas con referencias a fuentes auténticas y con un espíritu critico. El “Grupo de Ur” retomó la misma exigencia, pero acentuando en mayor medida el aspecto práctico y experimental. Bajo mi dirección hizo editar unos fascículos mensuales de monografías destinadas a ser reunidas en volúmenes a fin de que pudiesen estar coordinadas de modo que en gran medida se tuviese un desarrollo progresivo y sistemático de la materia. Se adoptó el principio del anonimato de los colaboradores, los cuales firmaron todos con un pseudónimo puesto que, se decía en la introducción, “no cuenta su persona, lo que puedan decir de válido no es creación de ellos, sino que refleja una enseñanza supraindividual y objetiva”. Cuando se volvieron a editar tales monografías en tres tomos, con el título de INTRODUCCIÓN A LA MAGIA, en 1955 (ediciones Bocca) no figuraba ni siquiera mi nombre. Si bien entre los colaboradores se hallaba alguna personalidad conocida que aceptó la regla del anonimato, había también personas que antes no habían nunca escrito y de las cuales yo mismo anoté algunas enseñanzas, dándoles luego una forma adecuada, tras su aprobación definitiva del texto. (…)
En la introducción, como punto de partida se ponía aun una vez el problema existencial del Yo, la crisis de quien no cree más en los valores corrientes, en todo lo que habitualmente, sobre un plano, sea intelectual, como práctico, como humano, da un sentido a la existencia. El presupuesto consecuente era que, frente a tal crisis, no se descartase, no se recurriese a lenitivos, pero que tampoco se cayese en la desesperación y el colapso; que en base al hecho irreversible ya determinado se estuviese en vez absolutamente decididos “a disipar la niebla, a abrirse una vía”, dirigiéndonos hacia “el conocimiento de sí y en sí, del ser”. Este conocimiento era presentado como un conocimiento trascendente, que presuponía un “cambio de estado”, y como una realización absolutamente positiva. La opus transformationis, “la mutación de la propia naturaleza más profunda es lo único que cuenta para alcanzar el conocimiento superior”. Y bien, se afirmaba que para una tal obra hubo una ciencia, “una ciencia precisa, rigurosa, metódica, transmitida en cadenas ininterrumpidas, si bien muy raramente manifiestas al profano; una ciencia que, aun no teniendo que ver con fenómenos externos, sino vertiendo sobre las fuerzas más profundas de la interioridad humana, procede experimentalmente, con los mismos criterios de objetividad y de impersonalidad que las “ciencias exactas”. A ella se le vincula una “tradición única que en diferentes formas de expresión se puede reencontrar en todos los pueblos, ahora como sabiduría de antiguas élites regias y sacerdotales, ahora como conocimiento trazado por símbolos sagrados, mitos y ritos cuyos orígenes se pierden en los tiempos primordiales, por Misterios y por iniciaciones”.
Tal como lo he mencionado, cuando fueron recogidas en un libro y luego en su primera reedición tras diecisiete años el título de las monografías fue Introducción a la Magia (se agregaba: “cual ciencia del Yo”). Al respecto, sea en el texto, como en la misma introducción, hemos tenido cuidado en advertir que el término “Magia” debía ser tomado en sentido figurado, que no correspondía al popular y ni siquiera al que fue usado en la antigüedad, puesto que no se trataba de ciertas prácticas, reales o supersticiosas, dirigidas a la producción de algún tipo de fenómeno extranormal. Al hablar de Magia se quería más bien significar que la atención del grupo se dirigía esencialmente hacia aquella especial formulación del saber iniciático que obedece a una actitud activa, soberana y dominante respecto de lo espiritual.
La monografías del “Grupo de Ur” querían pues dar direcciones, sugestiones, esbozos para la ciencia antes mencionada, en primer lugar y sobre todo a través de la “exposición de métodos, de disciplinas y de técnicas” junto a una profundización del simbolismo, en segundo lugar “relaciones de experiencias efectivamente vividas”, en tercer lugar se debía apurtar a la “reedición o traducción de textos, o partes de textos, raros o poco conocidos, de las tradiciones de Oriente y de Occidente, oportunamente esclarecidos y anotados”(…), en cuarto lugar “encuadres doctrinarios sintéticos” y puestas a punto críticas. Direcciones múltiples de diferentes escuelas eran presentadas para que el lector tuviera manera de elegir ase a sus particulares predisposiciones o inclinaciones. La monografías salieron publicadas durante tres años, desde 1927 hasta 1929. (…)
Lamentablemente hacia el final del segundo año aconteció en el grupo escisión por causas oscuras, pero sobre todo como consecuencia de un intento fraudulento por quitarme de las manos la publicación para hacerla controlar por elementos que (como luego, cuando no fue más peligroso políticamente decirlo, fue expresado en forma publica) mantenían en vida masonería a pesar de su supresión en el período fascista. Habiendo fracasado el intento, se trató de impedir que yo continuase a publicar los fascículos. Pero tampoco esto tuvo éxito. El único efecto deplorable fue la defección de uno de los más válidos, si bien no de los más asiduos, colaboradores, a causa de sus susceptibilidades y por vínculos oscuros que lo relacionaban con un individuo sospechoso 1.
(…) Entre los pertenecientes a este grupo operativo por lo menos dos estaban dotados de reales poderes. En cuanto a las finalidades del mismo, la más inmediata era la de despertar una fuerza superior que sirviese de auxilio al trabajo individual de cada uno, fuerza de la cual eventualmente cada uno pudiese hacer uso. Había sin embargo también un fin más ambicioso, es decir la idea de que sobre aquella especie de cuerpo psíquico que se quería crear se pudiese despertar, por evocación, una verdadera influencia de lo alto. En tal caso no habría estado excluida la posibilidad de ejercer, tras los bastidores, una acción incluso sobre las fuerzas que predominaban en el ambiente general de entonces. En cuanto a la dirección de tal acción, los puntos principales de referencia habrían sido aproximadamente los de Imperialismo pagano2 y los ideales “romanos” de Arturo Reghini.
No se llegó a nada de todo esto. El grupo operativo se disolvió ya en el segundo año, a causa del cisma aludido. Al no haberse realizado las premisas, no se pensó más en aquella influencia insensible a ser ejercida sobre lo externo, mientras que había, sobre todo de mi parte, reservas respecto de cualquier especie de operaciones colectivas.”3
La persona a la cual Evola se refiere es Arturo Reghini, con quien rompió violentamente relaciones a causa del entredicho aquí apuntado. El otro miembro del grupo con el que Reghini mantenía un “oscuro vínculo” es Guido Parise. A causa de la ruptura la revista Ur pasará a denominarse en lo sucesivo Krur, siempre bajo la dirección de Evola, y Reghini y Parise editarán otra revista denominada Ignis, de la cual saldrá tan sólo un número, dedicado casi en su totalidad a atacarlo a Evola. Para mayores datos acerca de los entredichos y vínculos entre los miembros del grupo Ur puede verse la obra de Renato Del Ponte, Evola ed il mágico “Gruppo di Ur, Borzano, 1994. ↩
Imperialismo pagano fue un libro juvenil de Evola, editado en 1927 en donde efectúa una encendida apología del paganismo. Formaba parte de un proyecto político cultural de influir sobre el fascismo, a fin de evitar que, tras firmarse el Concordato con el Vaticano, se abriese un rumbo güelfo en el seno de tal movimiento. La expresión Imperialismo pagano había sido usada por primera vez por Reghini, el cual a su vez lo acusará a Evola de haberlo plagiado. Es de notar que tal actitud cerrada y crudamente pagana será luego rechazada por el Evola maduro quien se opondrá en vida a que esta obra sea reeditada. ↩
J. Evola, Il cammino del Cinabro, Milán 1982, págs. 83-89. ↩