Vozes e Cerimônias da Santa Missa

Karl von Eckartshausen — Deus é o amor mais puro
Declaración de los misterios
Voces y ceremonias de la Santa Misa

En el templo, que significa lugar sagrado, contemplación divina, oratorio público, casa del Señor, junta del pueblo, depósito de los santos, sepulcro de los mártires, sagrario de los confesores, tabernáculo de los peregrinos, y católica iglesia de los fieles, ha de haber, fuera de los adornos materiales de oro, plata, piedras, telas y bordaduras, altares, cruces, crucifijos, imágenes de Nuestra Señora, reliquias de los santos, vasos, candeleros, campanas, luces, ciriales, incensario, órganos, sagrarios, coro, atril, libros de canto, manuales, hisopo, calderilla, torre, campanario, cementerio, sacristía, cajones, ornamentos, pila de agua bendita y pila para bautizar, con olio, crisma y velo blanco.

Para decir misa rezada ha de haber sacerdote, ministro, ara, corporales, hostia, cáliz, patena, agua, vino, misal, y velas, con todas las vestiduras necesarias, que son amito, alba, cíngulo, manípulo, estola y casulla.

El sacerdote es un varón dedicado al culto del verdadero Dios, nuestro Señor, con autoridad divina, concedida a personas determinadas. Llámase unas veces sacerdote, porque da y administra las cosas sagradas, otras clérigo, que en griego significa elegido por suerte, porque lo fue de este modo San Matías entre los Apóstoles: y otras presbítero, porque ha de ser viejo y maduro, y que no en los años, en la cordura: y el ministro que le ayuda ha de ser hombre, y no mujer, si no es que sean monjas, y la misa solemne.

La ara significa la cruz en que Cristo, nuestro Señor, fue crucificado; los corporales la mortaja, el cáliz el sepulcro, la patena la piedra, la vela la divinidad, el agua el bautismo. El misal el índice de todos estos misterios. El amito el velo con que los judíos se cubrieron el rostro, cuando pusieron en él las traidoras manos; el alba la ropa que Herodes le hizo vestir, teniéndole por loco; el cíngulo la soga que le ataron en el huerto. El manípulo la segunda soga con que le amarraron a la columna, la última soga con que le llevaron a la cruz, y la casulla la camisa inconsútil, o la púrpura que le vistieron en casa de Pilato: en otro sentido significan estas vestiduras la fe, la perseverancia, la castidad, la penitencia, la templanza y la caridad que debe tener el sacerdote para ejercitar dignamente tan alto misterio: de otras vestiduras fuera de estas que usan los Obispos y Pontífices, como son sandalias, mitra, anillo, túnica talar, dalmática, guantes, báculo, corona, capa o palio, tratan San Bernardo, Inocencio tercero y Alcumo: a cuyos escritos me remito por no alargarme, y porque mi intento es sólo tratar de la misa común.

Esta voz misa dicen unos que es hebrea, de samach, que significa obligación espontánea, y otros latina, del verbo emitto, que significa echar fuera, porque, cuando antiguamente se acababa de leer el Evangelio, hacían salir fuera de la iglesia a los catecúmenos, o porque también, en acabándose la misa, envían a los fieles diciéndoles: Ite, missa est; pero por más cierto tengo que es voz latina y significa sacrificio, del verbo mitto, que quiere decir enviar, porque Dios nuestro Señor envió a un Unigénito, para santificarnos, y nosotros se lo enviamos, para que interceda por todos con su divina Majestad; y así se puede definir de esta manera. La misa es una ofrenda del cuerpo y sangre de Cristo, nuestro Señor, hecha al Padre eterno, debajo de accidentes de pan y vino, en la cual se representa el sacrificio que el Señor ofreció una vez por nosotros. Sus partes principales son la consagración y consunción, porque las demás son de derecho positivo, añadidas de los Apóstoles, Santos y Pontífices, hasta poner la misa en la perfección que hoy tiene. El sacerdote, para decirla, ha de estar ayuno y confesado, sin escrúpulo de pecado mortal; aunque por faltarle lo uno y lo otro, no dejará de hacer verdadero sacrificio. La hora ha de ser desde el alba hasta mediodía, ni antes, ni después, sino en acto forzoso, o con privilegio particular, y su lugar el templo apto y señalado por el Obispo; si bien puede ser tal la necesidad, que habiendo todo lo demás necesario, se pueda decir en el campo, en la calle y en otra parte cualquiera: como no sea en el mar, por el peligro de derramar el cáliz.

En estando vestido el sacerdote, y llegando al Santísimo, hinca la rodilla: y si no, hace con la cabeza reverencia a las imágenes, y después de santiguarse, dice la confesión (de que fue autor San Dámaso, papa, natural de la villa de Madrid); no porque sea parte de la misa, sino porque es una santa disposición para ella.

El Introito, que ordenó San Celestino, papa, significa la venida de Cristo al mundo.

La Antífona, los gozos, contentos y alegrías que tuvieron con estas nuevas los Profetas, Patriarcas, Reyes, y Confesores.

El besar el sacerdote el altar, la unión del Verbo con la naturaleza humana, o la de Cristo con la iglesia.

El Gloria Patri, que tuvo principio en el concilio de Nicea, a ruegos de San Jerónimo, y por orden de San Dámaso, las eternas alabanzas que canta la iglesia en honor de las tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Kyrie es voz griega; y quiere decir, tened, Señor, misericordia, y repítese muchas veces, porque invoca tres veces el sacerdote a cada persona de la Santísima Trinidad.

El himno Gloria in excelsis Deo, cuyas primeras cláusulas entonaron los ángeles, y puso en la misa San Telésforo, muestra la alegría que tuvo el cielo, viendo a Cristo nacido; y dícele en medio del altar, o porque nació a la media noche, o porque se halló entre dos animales, o porque con su venida se puso en medio, para poner paz entre los hombres y su Padre eterno.

El Dominus vobiscum es una salutación que hace el sacerdote al pueblo; el cual responde: Et cum spiritu tuo, que es lo mismo que dar a entender que entre el Obispo y sus feligreses no ha de haber más de una voluntad.

La Colecta es una oración que dice en nombre de todo el pueblo, a imitación de Cristo, que siempre estaba orando a su Padre eterno. Antiguamente solía decir el sacerdote todas las oraciones que quería; pero esta licencia la limitaron los Pontífices porque no se dilatase la misa más de lo necesario.

Amén, es dicción hebrea que se responde al fin de las oraciones; unas veces significa así sea, como deseando lo que ha pedido el sacerdote, y otras esto es verdad, afirmativamente.

La Epístola significa el oficio que tuvo San Juan Bautista antes de la venida de Cristo. Dícese primero que el Evangelio, porque primero fue la ley de Moisés, que la ley de gracia: y siéntase la gente mientras se canta, porque antiguamente las Epístolas no eran parte de la misa, sino unas cartas que enviaban los Apóstoles a los pueblos donde habían predicado, para confirmarlos en la fe: y eran tan estimadas, que, o por más veneración, o porque las oyeran todos, se leían en la misa, y de aquí procedió el ponerlas en ella San Dámaso; aunque otros atribuyen esta gloria a San Jerónimo, y otros al papa Alejandro.

El Gradual son unos versos tomados las más veces de los Salmos, y significa llanto, porque después de la predicación de San Juan se ha de seguir forzosamente dolor de haber ofendido al cielo; llámase Gradual, porque se cantaba mientras subía el Diácono por las gradas a decir el Evangelio.

El Tracto, que se dice por tiempo señalado, y es opinión que lo compuso el papa Gelasio, denota los gemidos de nuestra madre Iglesia, por ver a sus hijos en este valle miserable de lágrimas, y llámase así, porque se dice uno, sin intermisión alguna.

La Prosa, o la Secuencia que introdujo en la misa Nicolao, Pontífice, es una canción latina, que significa alegría, contento y gozo.

El Aleluya es voz hebrea de júbilo y regocijo; y quiere decir, alabad a Dios, que es criador del mundo.

El pasar al lado izquierdo el misal para decir el Evangelio, declara que la fe primero se enseñó al pueblo de Israel, y por desestimarla los Judíos, se fueron los Apóstoles a predicarla a los Gentiles: si bien, al fin del mundo, Elias y Henoch la predicarán a los Judíos; y por esto, cuando se acaba la misma, se vuelve a pasar el misal a la mano derecha.

El Evangelio representa la ley de gracia, que anunció San Juan, y predicó su maestro. Cántalo en la misa el Diácono, que va entre los dos acólitos con dos ciriales y otro acólito con incensario. Los dos acólitos figuran a Elias y Enoc, cuando estuvo Cristo trasfigurado entre ellos. El incensario significa su cuerpo sagrado. El olor, sus virtudes. El fuego, el Espíritu Santo. El ponerse el Diácono en el pulpito o en el lugar más alto, es porque le oigan todos, imitando a Cristo cuando se subió a predicar al monte. El estar el pueblo en pie denota la atención que debe tener el cristiano a la ley en que vive; y por esto antiguamente, cuando se predicaba, estaban los oyentes en pie, aunque, por las enfermedades de algunos, templó San Agustín este uso, y dio licencia para que se sentasen.

El símbolo y Credo es nombre griego que quiere decir, indicio o conjetura de muchos; porque los Apóstoles se juntaron para hacerlo, diciendo cada uno lo que sentía. Y arrodillarse el pueblo cuando se dice Et homo factus est, porque el hacerse Dios hombre fue causa de los demás beneficios, y por esto se humilla a esta fineza y se levanta cuando se trata de su Pasión y Resurrección.

El Ofertorio es un verso de David, de la Sagrada Escritura, y llámase así, porque en algunas partes, mientras el sacerdote lo dice, el pueblo ofrece; o porque en diciéndolo pone la hostia sobre la patena, y la ofrece a Dios en nombre suyo y de todo el pueblo, rogándole que la reciba, y perdone los pecados y descuidos suyos y de los presentes.



Karl von Eckartshausen