Coomaraswamy (Satã) – Dualismo

Por mucho que la verdad última del «dualismo» pueda repudiarse, un tipo de dualismo es lógicamente inevitable para todos los propósitos prácticos, debido a que todo mundo en el tiempo y en el espacio, o que pueda ser descrito en palabras o por símbolos matemáticos, debe ser un mundo de contrarios, a la vez cuantitativos y cualitativos, por ejemplo, largo y corto, bien y mal; e inclusive si pudiera ser de otro modo, un mundo sin estos opuestos sería un mundo del cual toda posibilidad de elección, y de procedimiento de la potencialidad al acto, estaría excluida, no un mundo que pudiera ser habitado por seres humanos tales como nosotros. Para alguien que sostiene que «Dios hizo el mundo», la cuestión de Por qué Él permite la existencia en él de un mal cualquiera, o la del Mal en quien todo mal está personificado, carece enteramente de significado; uno podría preguntar también por qué no hizo Él un mundo sin dimensiones o un mundo sin sucesión temporal.

Toda nuestra tradición metafísica, cristiana u otra, mantiene que «hay dos en nosotros»1 , este hombre y el Hombre en este hombre; y, que esto es así, es todavía una parte esencial de nuestro lenguaje hablado en el cual, por ejemplo, la expresión «control de sí mismo» implica que hay uno que controla y otro sujeto a control, pues nosotros sabemos que «nada actúa sobre sí mismo»2 , aunque lo olvidamos cuando hablamos sobre el «gobierno de sí mismo»3 . De estos dos «sí mismos», el hombre interior y el hombre exterior, la «personalidad» psicofísica y la Persona verdadera, está construido el compuesto humano de cuerpo, alma y espíritu. De estos dos, por una parte el cuerpo-y-alma (o mente), y por otra el espíritu, uno es mutable y mortal, el otro constante e inmortal; uno «deviene», el otro «es», y la existencia del que no es, sino que solo deviene, es precisamente una «personificación» o «postulación», puesto que nosotros no podemos decir de algo que nunca permanece lo mismo que «ello es». Y por necesario que pueda ser decir «yo» y «mío» para los propósitos prácticos de la vida cotidiana, nuestro Ego no es, de hecho, nada más que un nombre para lo que es realmente solo una secuencia de comportamientos4 .

(1947)


NOTAS

1 Platón, República 439DE, 604B, Filón, Deterius 82, Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica II-II.26.4; San Pablo, II Corintios 4:16; y en general, como Goethe expresa brevemente la doctrina: «Zwei Seelen wohnen ach, in meiner Brust, die eine will sich von der andern trennen» (Fausto, I, 759). Similarmente en el Vedanta, el budismo, el Islam y en China.
2 Nil agit in seipsum: axiomático en la filosofía platónica, cristiana e india: «La misma cosa nunca puede hacer o sufrir opuestos respecto de o en relación a la misma cosa al mismo tiempo», Platón, República 436B; «hablando estrictamente, nadie impone una ley sobre sus propias acciones», Summa Theologica I.93.5; «a causa de la antinomia implícita en la noción de actuar sobre uno mismo» (svntmani ca kriyavirodhat), Sankara sobre Bhagavad Gita II.17.
3 «¿Estás tú libre del sí mismo?, entonces estás “gobernado por el Sí mismo” (selbes gewaltic = sánscrito svarát)», Maestro Eckhart, ed. Pfeiffer, p. 598.
4 «¿Cómo puede eso que nunca está en el mismo estado “ser” algo?» (Platón, Crátilo, 43 9E, Teeteto, 152D; El Banquete, 207D, etc.). «El “ego” no tiene ningún significado real, a causa de que es percibido sólo por un instante», es decir, no dura ni siquiera el «durante» que hay entre dos momentos consecutivos (naivnham-arthah ksanikatva-darsanát; Vivekacudamani de Sri Sankarachárya, 293, Tr. Swami Madhavananda, Almora, 3a ed., 1932).

Ananda Coomaraswamy