Arcanjo Gabriel [HLSI]

Hace algunos años, un sabio zoroastriano consagró a este simbolismo del polo y de su constelación espiritual una investigación cuyo interés radicaba fundamentalmente en establecer una vía nueva que conduce de la devoción zoroastriana al sufismo del Irán islamizado. En realidad, la obra de Sohravardi nos ha mostrado ya la vía consciente e históricamente abierta por él mismo en persona. Aquí, la figura dominante, la misma que muestra la vía en cuestión, es la de un Yazata o «Ángel» del Avesta, que, sin pertenecer a la héptada suprema de los Amahraspands (los santos inmortales, los «arcángeles»), ocupa un lugar de preeminencia insigne: el ángel Sraosha (pehlevi Srôsh, persa Sorûsh), que en el Irán islamizado ha sido identificado con el ángel Gabriel.

Figura de ángel-sacerdote, que se distingue por los rasgos de una juvenilitas que comparten también todos los seres celestiales, es identificado por nuestro sabio parsi como Ángel de la iniciación (walâyat): las prerrogativas del ángel Sraosha, el situs de su morada, la especificidad de su función, todos estos rasgos parecerían implicar la existencia, en el zoroastrismo mismo, de una doctrina esotérica profesada por los representantes de un culto del que él era la figura central.

El Avesta (yasna 57) le asigna una morada triunfal, en la cima de la más alta de las montañas (Haraiti Bareza, el monte Alborz). Es la misma morada de la que ya se nos ha dicho que «está iluminada por sí misma en el interior y adornada de estrellas en el exterior»; y es la montaña cósmica que un himno avéstico (yasht 12, 25) describe como aquella a cuyo alrededor giran el sol, la luna y las estrellas; Neryoseng, el traductor al sánscrito, la identifica con el monte Mehru. Este motivo de la montaña cósmica es enriquecido por el Avesta y sus tradiciones con una nueva precisión: es en su cima, en el polo, en la Estrella Polar, donde está la morada del ángel Sraosha. El desarrollo de nuestra investigación nos lleva entonces a comprender esto: puesto que la hierocosmología sitúa en el norte cósmico la morada del ángel de la iniciación, y puesto que la hierognosis percibe en su persona el polo, es evidente que el logro de la cima de la iniciación mística tiene que ser experimentado, visualizado y descrito como la llegada al polo, al norte cósmico. Y es ahí precisamente donde se puede entrever un vínculo de continuidad entre la espiritualidad zoroastriana centrada en el ángel Sraosha y el universo espiritual del sufismo centrado alrededor del polo. Se ha aludido aquí mismo, recordando siempre la existencia de variantes en cuanto al número y a la cualificación de las personas, a las tradiciones que dan cuenta de jerarquías esotéricas, soportes invisibles de nuestro mundo, centradas en torno al polo. Por una parte, el polo es pues el situs del ángel Sraosha (que correspondería así al ángel Serafiel); por otra parte, ésa es la cualificación que recibe en el sufismo el gran shaykh de una época (también el shaykh de una comunidad sufí, tarîqat, en tanto que ésta es entendida como microcosmo), y por esta razón el sufismo chiíta considera este polo como representante del Imam oculto. (Corbin Homem Luz, HLSI)

Henry Corbin (1903-1978)