¿Cuál es entonces en último análisis, el valor de la religión comparada? Ciertamente no es convencernos de que un modo de creencia es la preparación para otro, o conducirnos a una decisión en cuanto a cuál es el «mejor». Se podrían considerar igualmente los estilos de arte antiguos o exóticos como preparaciones y aspiraciones hacia el propio estilo de uno. Tampoco puede considerarse el valor de esta disciplina como conductivo al desarrollo de una única fe sincretista universalmente aceptable que incorpore todo lo que es «mejor» en cada fe; una «fe» tal como esta sería una monstruosidad mecánica y sin vida, no una corriente de agua viva, sino una suerte de esperanto religioso. La religión comparada puede demostrar que todas las religiones brotan de una fuente común; son, como dice Jeremías, los «dialectos de un único lenguaje espiritual». Por consiguiente, no podemos tomar las fórmulas de una religión e insertarlas en otra sin incongruencia. Puede reconocerse que muchas fórmulas son idénticas en religiones diferentes; confrontar, por ejemplo, a Santo Tomás, «La Creación, que es la emanación de todos los seres desde el no ser, el cual es nada» (Summa Theologica I.45.1C) con el védico «El Ser es engendrado desde el no ser» (asatah sad ajayata, Rg Veda Samhita X.72.3), y tales comparaciones pueden emplearse válidamente (incluso por el más ortodoxo) como lo que Santo Tomás llama «pruebas extrínsecas y probables» de la validez de un dogma dado.
Pero la clarificación que resulta cuando las fórmulas de una tradición son cotejadas con las de otra tiene mucho más valor que esto. Pues, como ya hemos visto, toda tradición es necesariamente una representación parcial de la verdad propuesta por la tradición considerada universalmente; en cada tradición hay algo suprimido, o reservado, u obscuro, que, en otra, puede encontrarse desarrollado más extensa, más lógica o más brillantemente. Así pues, lo que está claro y completo en una tradición puede usarse para desarrollar el significado de lo que puede estar apenas un poco más que aludido en otra. O incluso si en una tradición una doctrina dada ha sido definitivamente establecida, una realización del significado de esta definición puede conducir al reconocimiento y correlación de toda una serie de afirmaciones en otra tradición, en todas las cuales está implícita la misma doctrina, pero que anteriormente no habían sido aprehendidas en su relación mutua. Es así una gran ventaja que nos sea posible hacer uso de la expresión ejemplarismo védico; o inversamente, hablar de yoga cristiano hace surgir inmediatamente la analogía entre la consideratio, contemplatio y raptus de San Bernardo y el dharana, dhyana, y samadhi sánscritos.
A muchos cristianos, sin duda, la adhesión principal de Shri Ramakrishna al culto de la Gran Madre les ofende. Ciertamente, nada es más habitual que considerar que el cristianismo, para bien o para mal, se adhiere a interpretaciones puramente masculinas del ser divino; el cristiano habla de un Padre, pero no de una Madre en el Cielo, mientras que en la India, el antiguo amor de la Magna Mater, se mantiene hasta hoy en iguales términos que el del Propator. Y sin embargo, la doctrina de la maternidad de la naturaleza divina se afirma repetidamente, por muy reservadamente que sea, en la teología cristiana, fundamentalmente en la de las «dos naturalezas», más explícitamente en la de las natividades temporal y eterna, y en la de la Generación del Hijo como una operación vital de principios conjuntos —«Processio Verbi in divinis dicitur generatio… quae est operatio vitae… et propter hoc proprie dicitur genitum et Filius» (Summa Theologica 1.27.2; cf. I.98.2C, «En todo acto de generación hay un principio activo y un principio pasivo»). Es en tanto que la «filiación eterna no depende de una madre temporal» (ídem III.35.5 ad 2) como el Maestro Eckhart puede hablar del «acto de fecundación latente en la eternidad», y decir que «es Dios quien tiene el tesoro y la esposa en El», y que la «Divinidad retoza con la Palabra», y que «Su nacimiento en María Espiritual fue para Dios más gozoso que Su natividad de ella en la carne». Se ve que cuando Santo Tomás habla de «esa Naturaleza por la cual el Padre engendra» (Summa Theologica 1.41.5), la referencia es realmente a la Magna Mater, la Aditi védica, para no mencionar otros nombres de la Unica Madonna, y se ve también lo que se entiende realmente por la aserción, de otro modo obscura, de que aunque la materia prima «recede de la semejanza a Dios, no obstante… retiene una cierta semejanza con el ser divino» (ídem 1.14.11 ad 3). Ciertamente, la Natura Naturata «retiene» una cierta semejanza con la «Natura Naturans, Creatrix, Deus»: La Madre Tierra con la Madre Naturaleza, María en la carne con María espiritual. Solo se necesita considerar el Génesis 1:27, «A la imagen de Dios El le creó; macho y hembra El los creó», en conexión con Gálatas 3:28, «según la imagen de Aquel que le creó, donde no hay macho ni hembra», para darse cuenta de que si bien Esencia y Naturaleza son in divinis una única substancia simple sin composición, el hecho mismo de que los principios conjuntos puedan ejemplificarse por separado es prueba de que de la Identidad Suprema puede hablarse verídicamente como Padre o como Madre, o como Padre-Madre, de la misma manera que en los Vedas los «Progenitores» Divinos son indiferentemente «Padres» (pitara) o «Madres» (matara), o como «Ese Uno, espirado, despirado» (tad ekam anit avatam, Rg Veda Samhita X. 129.2, donde ningún género está implícito; cf. el «Donde estos dos abismos penden, igualmente espirado, despirado, allí está el Ser Supremo» del Maestro Eckhart).
Podemos llegar a afirmar así, en favor de una verdadera «religión comparada», que por muy autosufíciente que una religión pueda ser, si se sigue hasta el fin mismo al cual se dirige, difícilmente puede suponerse una vía tan llana que no pueda ser, aquí y allá, mejor iluminada por otras luces que la de la linterna privada del peregrino, puesto que la luz de cada linterna es solo una refracción de la Luz de las luces. Una diversidad de rutas no solo es apropiada para una diversidad de viajeros, que no son todos iguales, ni comienzan a partir de uno y el mismo punto, sino que puede ser de incalculable ayuda para todo viajero que pueda leer correctamente el mapa; pues donde todos los caminos convergen, no puede haber ninguno que no ayude a clarificar la posición verdadera del centro del laberinto, «a falta del cual estamos todavía en una dualidad». De aquí que digamos que han de evitarse las implicaciones mismas de la frase «tolerancia religiosa»: la diversidad de la fe no es una cuestión de «tolerancia» indeseada, sino de prescripción divina. Y esto será válido incluso si nosotros creemos sinceramente que otras fes son inferiores a la nuestra propia, y en este sentido relativamente «malas»: pues como dice San Agustín, «La belleza admirable del universo está hecha de todas las cosas. En la cual, incluso lo que se llama el mal, bien ordenado y en su sitio, es la recomendación eminente de lo que es el bien» (Enchiridion XIII), a quien Santo Tomás cita con aprobación, agregando que «El universo, postulada la creación presente, no puede ser mejor, a causa del bellísimo orden dado a las cosas por Dios» (Summa Theologica 1.48.1 y 1.25.6 ad 3). Como dice también San Agustín, «No hay ningún mal en las cosas, sino solamente en el mal uso de ellas por parte del pecador» (De doctrina christiana III. 12). En cuanto al «mal uso» por parte del pecador, ¿quién puede asegurarnos en eso, con respecto a lo cual se ha dicho, «No juzguéis, a fin de que no seáis juzgados»?
En la cuestión de la dirección hacia el Reino del Cielo «dentro de vosotros» (sánscrito hrdayakashe, antarbhutasya khe), el mundo moderno está mucho más falto de voluntad de búsqueda, que predispuesto a ser extraviado por una dirección falsa. Desde el punto de vista satánico apenas podría imaginarse una actividad mejor que entregarse a la «conversión de los paganos» de un cuerpo de dogmas a otro: eso, ciertamente, no era lo que se significaba por el mandato, «Id y predicad el Reino de Dios» —o ¿estaba Él equivocado, cuando dijo, «El Reino de los Cielos está dentro de vosotros»?
[AKCMeta]