“Cuando un hombre está cerca de morir, la palabra, seguida del resto de las diez facultades externas ( las cinco facultades de acción y las cinco facultades de sensación, manifestadas exteriormente por medio de los órganos corporales correspondientes, pero no confundidas con estos órganos mismos, puesto que se separan de ellos aquí )1, se reabsorbe en el sentido interno ( manas ), ya que la actividad de los órganos exteriores cesa antes que la de esta facultad interior ( que es así la conclusión de todas las demás facultades individuales de que aquí se trata, del mismo modo que es su punto de partida y su fuente común )2. Ésta, de la misma manera, se retira a continuación al “soplo vital” ( prana ), acompañada igualmente de todas las funciones vitales ( los cinco vayus, que son modalidades de prana, y que retornan así al estado indiferenciado ), ya que estas funciones son inseparables de la vida misma; y, por lo demás, la misma retirada del sentido interno se observa también en el sueño profundo y en el desvanecimiento extático ( con cesación completa de toda manifestación exterior de la consciencia )”. No obstante, agregamos que esta cesación no implica siempre, de una manera necesaria, la suspensión total de la sensibilidad corporal, que es una suerte de consciencia orgánica, si puede decirse, aunque la consciencia individual propiamente dicha no tenga entonces ninguna parte en las manifestaciones de ésta, con la cual ya no comunica como eso tiene lugar normalmente en los estados ordinarios del ser vivo; y la razón de ello es fácil de comprender, puesto que, a decir verdad, ya no hay consciencia individual en los casos de que se trata, dado que la consciencia verdadera del ser se ha transferido a otro estado, que es en realidad un estado supraindividual. Esta consciencia orgánica a la que acabamos de hacer alusión no es una consciencia en el verdadero sentido de esta palabra, pero participa de ella de alguna manera, puesto que debe su origen a la consciencia individual de la que es como un reflejo; separada de ésta, ya no es más que una ilusión de consciencia, pero puede presentar todavía su apariencia para aquellos que no observan las cosas más que desde el exterior3, del mismo modo que, después de la muerte, la persistencia de algunos elementos psíquicos más o menos disociados puede ofrecer la misma apariencia, y no menos ilusoria, cuando les es posible manifestarse, así como lo hemos explicado en otras circunstancias4.
“El “soplo vital”, acompañado igualmente de todas las demás funciones y facultades ( ya reabsorbidas, y que no subsisten en él más que como posibilidades, puesto que en adelante han vuelto de nuevo al estado de indiferenciación del que habían debido salir para manifestarse efectivamente durante la vida ), se retira a su vez al “alma viva” ( jivatma, manifestación particular del “Sí mismo” en el centro de la individualidad humana, como se ha visto precedentemente, y que se distingue del “Sí mismo” mientras esta individualidad subsiste como tal, aunque esta distinción sea por lo demás completamente ilusoria al respecto de la realidad absoluta, donde no hay nada más que el “Sí mismo” ); y es esta “alma viva” la que ( como reflejo del “Sí mismo” y principio central de la individualidad ) gobierna el conjunto de las facultades individuales ( consideradas en su integralidad, y no solo en lo que concierne a la modalidad corporal )5. Como los servidores de un rey se juntan alrededor de él cuando está a punto de emprender un viaje, así todas las funciones vitales y las facultades ( externas e internas ) del individuo se juntan alrededor del “alma viva” ( o más bien se juntan en ella misma, de quien proceden todas, y en la que se reabsorben ) en el último momento ( de la vida en el sentido ordinario de esta palabra, es decir, de la existencia manifestada en el estado grosero ), cuando esta “alma viva” va a retirarse de su forma corporal”6. Acompañada así por todas sus facultades ( puesto que las contiene y las conserva en sí misma a título de posibilidades )7, se retira a una esencia individual luminosa ( es decir, a la forma sutil, que se asimila a un vehículo ígneo, como lo hemos visto a propósito de Taijasa, la segunda condición de atman ), compuesta de los cinco tanmatras o esencias elementales suprasensibles ( como la forma corporal está compuesta de los cinco bhutas, o elementos corporales y sensibles ), a un estado sutil ( por oposición al estado grosero, que es el de la manifestación exterior o corporal, cuyo ciclo ha terminado ahora para el individuo considerado ).
“Por consiguiente ( en razón de este paso a la forma sutil, considerada como luminosa ), el “soplo vital” se dice que se retira a la Luz, sin que sea menester entender el principio ígneo de una manera exclusiva ( ya que, en realidad, se trata de una reflexión individualizada de la Luz inteligible, reflexión cuya naturaleza es en el fondo la misma que la de la “mente” durante la vida corporal, y que implica como soporte o vehículo una combinación de los principios esenciales de los cinco elementos ), y sin que esta retirada se efectúe necesariamente por una transición inmediata, de la misma manera en que se dice que un viajero va de una ciudad a otra, aunque, en realidad, pasa sucesivamente por una o varias ciudades intermediarias”.
La palabra se enumera la última cuando estas facultades se consideran en su orden de desarrollo; por consiguiente, debe ser la primera en el orden de reabsorción, que es inverso de ese. ↩
Es así como, en una operación quirúrgica, la anestesia más completa no impide siempre los síntomas exteriores del dolor. ↩
La consciencia orgánica que acabamos de tratar entra naturalmente en lo que los psicólogos llaman la “subconsciencia”; pero su gran error consiste en creer que han explicado suficientemente eso a lo que, en realidad, se han limitado a darle una simple denominación, bajo la cual colocan por lo demás los elementos más disparatados, sin poder hacer siquiera la distinción entre lo que es verdaderamente consciente a algún grado y lo que no tiene más que su apariencia, como tampoco entre el “subconsciente” verdadero y el “superconsciente”, queremos decir, entre lo que procede de estados respectivamente inferiores y superiores en relación al estado humano. ↩
Se puede destacar que prana, aunque se manifiesta exteriormente por la respiración, es en realidad diferente de ésta, ya que sería evidentemente ininteligible decir que la respiración, que es una función fisiológica, se separa del organismo y se reabsorbe en el “alma viva”; recordaremos también que prana y sus modalidades diversas pertenecen esencialmente al estado sutil. ↩
Brihad-Âranyaka Upanishad, 4 Adhyâya, 3er Brahmana, shruti 38. ↩
Por lo demás, una facultad es propiamente un poder, es decir, una posibilidad, que, en sí misma, es independiente de todo ejercicio actual. ↩