Coomaraswamy (Tantra) – doutrina tântrica da biunidade divina

(Publicado por primera vez en francés, en Études Traditionelles, XLII (1937), este ensayo apareció más tarde en su versión original inglesa en los Annals of the Bhandarker Oriental Research Institute, XIX (1938).—ED.)

«¿Dices tú, entonces, Trismegistus, que Dios es de ambos sexos?» Hermes, Asclepius III.21

Toda tradición habla en último análisis de Dios como una Identidad innumerable y perfectamente simple, pero también habla de esta Identidad Suprema como una identidad de dos principios contrastados, distinguibles en todas las cosas compuestas, pero coincidentes sin composición en el Uno que no es ninguna cosa. La Identidad es de Esencia y Naturaleza, Ser y No Ser, Dios y Divinidad —por así decir, masculino y femenino. Natura naturans, Creatrix universalis est Deus1 . Por otra parte, una división de Esencia y Naturaleza, Cielo y Tierra, sujeto y objeto, es un sine qua non de la existencia de las cosas compuestas, todas las cuales son sólo en modos diferentes y particulares. La naturaleza, entonces, «recede de la semejanza a Dios, aunque en la medida en que tiene ser de esta manera, retiene una cierta semejanza al ser divino» (Summa Theologica I.14.11 ad 3). De aquí que la Esencia es el Creador y el poder activo, mientras que la Naturaleza es el medio de creación y el recipiente pasivo de la forma —«puesto que la Naturaleza es eso por lo cual el generador genera» (Damasceno, De fide orthodoxa, I.18). De lo cual la relación entre hombre y mujer es una semejanza: la relación de matrimonio es un sacramento y un rito debido a que es un símbolo y un reflejo adecuado de la identificación de la Esencia y la Naturaleza in divinis.

La noción de una polaridad bisexual en la Deidad, sugerida arriba, se ha considerado a veces como una peculiaridad de los sistemas tántricos medievales de la India, tanto hindúes como budistas, en los que se enuncia así claramente y se hace de ella la base de un simbolismo visual y ritual2 : y se ha considerado así, especialmente por aquellos que repudian el uso de todo simbolismo sexual, y que, por lo tanto, no quieren reconocerlo en otras partes. Dentro de los límites del presente artículo sería imposible demostrar la verdadera universalidad de la doctrina de una biunidad divina; por ejemplo, no intentaremos examinar el yin-yang Chinos, y sólo aludiremos a las sicigias gnósticas. Lo que nos proponemos mostrar, tan brevemente como sea posible, es que un simbolismo de este tipo penetra, no solo la tradición india antigua, de la que el tantrismo posterior es, de hecho, una adaptación perfectamente ortodoxa, sino también la ontología cristiana en su totalidad.

En la tradición Védica, la Identidad Suprema (tad ekam) es «al mismo tiempo espirante y despirada» (anit avatam, Rg Veda Samhita X. 129.2), «Ser y No Ser3 (sad-asat) en el supremo Empíreo, en la matriz de lo Infinito» (Rg Veda Samhita X.5.7). De la misma manera, en Mundaka Upanishad II.2.1-2, el Brahmán supralógico es «Ser y No Ser. Intelecto y Voz» (sad-asat… vag-manas). La coincidencia del Brahmán próximo y último (apara y para) en las Upanishads es la de Mitravarunau en los Vedas. La Identidad Suprema es igualmente bipolar ya sea que uno «La» conciba como masculina o como femenina: uno pregunta así con respecto a la Magna Mater, Natura Naturans Creatrix, lo Infinito (vimj, aditi), «¿Quién conoce Su dualidad progenitiva (de Ella)?» (mithunatvam, Atharva Veda Samhita VIII.9.10); e inversamente, «Él (el Brahmán) es una matriz» (yonis ca giyate, Vajasaneyi Samhita I.4.7.27). Pero si los principios conjuntos se consideran en su reciprocidad, es el Dios manifestado el que es el poder masculino y la Divinidad inmanifestada la que es el poder femenino, en tanto que el inagotable depósito de toda la posibilidad, incluyendo la de la manifestación: es, entonces, Mitra el que insemina a Varuna (Pancavimsa Brahmana XXV.10.10), Krishna quien «deposita el embrión en el Gran Brahmán, mi matriz… mi Naturaleza última (para prakriti), la matriz de toda existencia» (Bhagavad Gita XIV.3 y VII.5, 6), y «Dentro de la matriz de lo Infinito ese Soma pone el embrión» (Rg Veda Samhita IX.74.5), en concordancia con Rg Veda Samhita X.121.7, «Las Aguas dentro de las cuales fue depositado el embrión universal», a saber, el «Germen de Oro», Hiranyagarbha.

El Intelecto y la Voz (manas y vac) son Uno ab intra: «La Voz es verdaderamente el Brahman en el supremo Empíreo» (Taittiriya Samhita VII.18e). Pero «Este Brahman es Silencio» (Sankaracarya sobre Vajasaneyi Samhita III.2.17). De la misma manera que la encantación (brahman) es allí inaudiblemente el Brahmán, así la Voz es invoceada; el Intelecto es allí «de-mentado» de sí mismo, la Voz impronunciada4 . Sólo cuando estos dos se dividen, cuando el cielo y la tierra se mantienen apartados, por el eje del universo (skambha, stauros), el Intelecto y la Voz devienen los «polos de los Vedas» (vedasya ani, Aitareya Áranyaka II.7), respectivamente celeste y ctónico; sólo entonces el Ser y el No Ser toman una cualificación ética como de Vida y Muerte, de Bien y Mal, separados uno de otro, como esta de aquella orilla, por la abertura del universo: es desde una posición aquí abajo como uno implora, «Condúcenos del No Ser al Ser, de la Obscuridad a la Luz» (Brhadaranyaka Upanishad I.3.28). El No Ser adquiere entonces, ciertamente, el valor de non Est, en tanto que se refiere a todas las cosas bajo el Sol, de las cuales dice San Agustín que, en tanto que comparadas a Dios, «nec pulchra sunt nec bona sunt nec sunt» (Confesiones XI.4)5 : la creación y crucifixión cósmica no son sólo los medios de redención necesarios, sino también la antítesis del fin último, que debe ser el mismo que el primer comienzo. Por consecuencia, como lo expresa Rg Veda Samhita X.24.5, «Cuando el par conjunto se partió, los Devas gemían y clamaban, “Cásense de nuevo”»; y de aquí la representación del matrimonio en el ritual, simbólico de la reunión de Indra e Indrani en el corazón, tan vividamente descrito en la analogía de la unión humana en Satapatha Brahmana X.5.2.11-15.


NOTAS

1 Summa Theologica, edición Turín, 1932 («nihil obstat»), Lexikon por J. M. Mellinio, p. 22: cf. referencias al texto, J. M. Mellinio, Index Rerum, s.v. Natura, item 7, natura dicitur dupliciter, etc. A todo lo largo del presente artículo, «Natura» significa Natura naturans.
2 Hasta qué punto han de identificarse el «Tantrismo» y el «Saktismo» ha sido tratado por Glasenapp en OZ, XII (1936), 120-133, donde se concluye que «para las doctrinas Sakta se da un punto de partida en la filosofía del “Habla” (vac) de los Mantra-Sastras». Ver también, del mismo autor, «Die Entstehung des Vajrayana», Zeitschrift der deutschen morgenländischen Gesellschaft, XC (1936), 546-572; Mircea Eliade, Yoga: Essai sur le origines de la mystique indienne, París y Bucarest, 1936; S. K. Das, Sakti or Divine Power, Calcuta, 1934; Coomaraswamy, «Paravrtti = Transformación, Regeneración, Anagogía», 1933, y «Una nota sobre el Asvamedha», 1936.
3 El «No Ser» no debe comprenderse como significando una nada: El No Ser se predica de lo Infinito qua «non-Ens», no quia «non Est»; es decir, negativamente, pero no a modo de privación. Cf. G. de Mengel, «La Noción de lo absoluto en diversas formas de la tradición», Le Voile d’Isis (junio 1929).
4Rg Veda Samhita X.27.1, «Más allá de éste de aquí, ciertamente, hay otro sonido» (srava id ena paro anyad asti); Plotino, Enéadas I.6.3, «Las armonías inoídas crean las armonías que nosotros oímos y despiertan el alma a la esencia única en otra naturaleza» —lo cual es la función esencial igualmente de las liturgias védicas y cristianas.
Ver también Maitri Upanishad VI.34, «La mente debe ser llevada a una detención (mano nirddhavyam)», con muchos paralelos, brahmánicos y budistas; y Maestro Eckhart, «La mente debe estar de-mentada. Nadie puede llegar a ser sin estar limpio de toda materia mental».

5 San Agustín continua, haciendo una distinción entre los dos tipos de conocimiento, el empírico y el absoluto, análogos al avidya y vidya indios —«Scientia nostra scientae tuae comparata ignorantia est». Para la irrealidad de las cosas como ellas son en sí mismas, cf. Hechos de Pedro XXXIX, «no hay nada más que sea excepto Tú solo».

Ananda Coomaraswamy